miércoles, 29 de mayo de 2019

NOS SOBRAN MOTIVOS





Un amigo de toda la vida colgó en Facebook la foto de arriba. La estampa evidencia aquello de que “una imagen vale más que mil palabras”. Como cá uno es cá uno, con sus caunás", cada sujeto le puede dar la interpretación que le parezca. Lo que ve en el retrato esta sujeta que escribe, es una imagen de indescriptible belleza, como para desplumar material en un comentario de texto de veinte páginas por las dos caras, a doble espacio, que pondré al final. Mi amigo escribió lo siguiente junto a la foto:


“Mzungu

Cuando se viaja por los países del este africano, es habitual que los locales, especialmente los niños, se refieran a uno con esta palabra. Mzungu significa algo así como errante, sin destino, en constante búsqueda, perdidos… Para ellos que viven profundamente apegados a su tierra y su origen, y que apenas se han desplazado más allá de un puñado de kilómetros de su lugar de nacimiento, los viajeros cómo nosotros somos almas en pena, condenados a vagar constantemente sin rumbo fijo, como buscando algo que nunca llegamos a encontrar. La foto me la hizo mi amigo @mamegilphoto, mientras conducía por las montañas de Uganda hace algunos años; no la había visto hasta hace unos días, y en cuanto la vi entendí perfectamente el significado de Mzungu.”

Días antes de que colgara la foto le escribí un mensaje expresando que me encantaría organizar una reunión de viejos amigos. Le expliqué que mi vida social es muy escueta y que, aunque paso mucho tiempo en mi nido, sigo cumpliendo sueños y tachando de mi lista de deseos aquellas cosas que me hacen ilusión; que estaba bastante desconectada de todo y que era consciente de que sería más fácil  organizar el evento si contaba con ayuda.

 - “Si te unes a Manuel, es posible que consigamos tachar otro deseo de mi lista, en este, mi renacer. Ojalá…  Un abrazo”

Me contestó al día siguiente dándome toda suerte de detalles de dónde pasa su vida social, familiar,  de lo desconectado que estaba de Jerez. Me dijo que sí, que estaría bien que nos reuniéramos los viejos amigos, pero que esas cosas eran más fáciles cuando se tenía un motivo o algo que celebrar.
 Yo siempre le he admirado, y no solo porque me llevó de paseo por las nubes en su avioneta y me dejó conducirla, sino porque le considero un tipo divertido, curioso, inteligente y brillante. Me sorprendió que alguien tan viajado como él, que vuela en una especie de Vespino, bucea por los mares del mundo, escala. Un tipo que practica toda clase de deportes de riesgo, incluso bailar salsa, un tipo que  recorre en todo terreno del hilo al pabilo países como África, me dijera que para reunirnos era más fácil tener un motivo o algo que celebrar.
Ante su respuesta, modestia aparte, me sentí muy sabia a pesar de toda mi ignorancia. La actitud que trato de practicar ante la vida de unos años a esta parte es la de desaprender y reaprender. A lo mejor nos ocurre a las personas que hemos estado a punto de espicharla o simplemente a las personas que nos gustan más los puentes que los muros. El caso es que le respondí con otro mensaje en el que le decía que podríamos celebrar que estamos vivos, que el motivo de la reunión podría ser “Estamos vivos y podemos celebrarlo juntos”
- ¿No te parece?-, acabé. Y su respuesta fue:
 - ¡Pues tienes razón, y deberíamos celebrarlo cada día!
Este es mi chico, pensé....

Ayer una querida amiga del colegio anunció en un grupo de antiguas colegas  de clase que una de nuestras compañeras había fallecido. El lugar que escogió para dar tan triste noticia fue un grupo cerrado de Facebook que compartíamos unas pocas. El grupo se me ocurrió crearlo a mí hace un par de años, más o menos. El objetivo, reencontrarnos y pasar un rato juntas. A pesar de que ofrecí varias alternativas, incluso, pedí ayuda aduciendo que mi estado de salud no me permite llevar a cabo empresas como organizar eventos de ese tipo, la respuesta que obtuve, salvo alguna excepción, fue de desgana y desinterés. Así que dejé que las cosas fluyeran, hasta que, inevitablemente, se estancaron.
No sé qué me produjo más pena ayer, si ver plasmado en un párrafo que Auxi había acabado su ciclo vital, o el comentario que como un soniquete se repite en estos casos. “Descanse en paz”,  pusieron. Para mí, además de una frase hecha (que detesto),  que se dedica lo mismo a un desconocido, a una mascota, o a alguien con quien se han compartido vivencias que forman parte de tu histórico, es una redundancia estúpida. Cómo coño se va a descansar si no es en paz.
 Des-cansar significa “reponerse del cansancio”. Si no te repones del cansancio o del sufrimiento cuando te mueres, no sé cuándo vas a descansar. Es una frase políticamente correcta. La dices, limpias tu conciencia, quedas bien y a otra cosa mariposa. También está el socorrido tanatorio… Los tanatorios son para los vivos, eso creo yo. Muchos de los que van lo hacen  – dicen – para acompañar a las familias del que se ha ido a criar malvas, aunque, a veces, su familia ni siquiera se ha ocupado o preocupado en vida por el protagonista de tan singular evento. Ay, si los tanatorios hablaran…

Los niños africanos son muy listos...  Aunque creo que no te tienes que ir hasta África para asumir que nuestra cotidianeidad está llena de Mzungus: personas errantes, sin destino, en constante búsqueda, perdidos… almas en pena, condenados a vagar constantemente sin rumbo fijo, como buscando algo que nunca llegan a encontrar. A lo mejor, quién sabe, un motivo para celebrar una reunión de personas que han compartido mucho. Tal vez los años más importantes de sus vidas. Esos años que han definido, moldeado y reafirmado las personas que son ahora.
 Para reencontrarnos, nos sobran motivos. Lo que falta es motivación. Eso es lo que yo entendí, sin necesidad de hacer un comentario de texto, en cuanto vi la bellísima foto que ilustra mi sentir. 


*(Fotografía by @mamegilphoto)


El Diario de Amanda Flores (sólo para valientes). Todos los derechos reservados.All rights reserved

lunes, 13 de mayo de 2019

PA TRES DÍAS EN EL CONVENTO, ME CAGO DENTRO




Querido diario, solo voy a Mercadona para comprar seda dental,  bicarbonato, y  tapones anti ruidos para los oídos. El viernes pasado fui a una hora que había poca gente, más que nada, chavalería comprando los avíos para hacerse los rebujitos, cubatas, y esas cosas. Cogí la seda dental, los tapones, el bicarbonato, y también perborato para lavar la ropa, que una es mu relimpia. Como quien no quiere la cosa, me desvié un poco hacia la parte donde está la bollería y en un acto reflejo me hice con un paquete de 3 napolitanas rellenas de chocolate. Salí pitando para la línea de caja, pagué, y regresé a casa como la que acababa de atracar un banco. Ayer sábado desayuné un zumo de arándanos. Al rato me tomé un té chai acompañado de una napolitana rellena de chocolate. Me sentí un poco pecadora, pero eché bien la mañana. Esta mañana me he levantado y me he hecho un depurativo zumo de pomelo. Luego, se me ha ocurrido hacerme un té blanco, rico en antioxidantes, y tomarme otra napolitana. Pero el asunto se me ha ido de las manos y, después de comerme la primera, he pensado ¡¡qué coño, pa tres días en el covento me cago dentro!! y me he zampado las dos que quedaban. Cuento esto por si sirve de ayuda. No cojáis bollería en actos reflejos que os invitan a pensar que váis a dosificarla. No os mintáis a vosotros mismos, acabaréis zampando todo lo que haya en el blister.
 Eso es todo por el momento. Me voy a hacer la digestión...😀