miércoles, 17 de julio de 2019

EL SHOW DE AMANDA II



Querido diario:

Hoy voy a continuar con el experimento que inicié con “El show de Amanda” (Para ubicarte, pincha debajo del enlace) https://amanda-flores.blogspot.com/2018/10/el-show-de-amanda.html

Esta mañana me levanté decidida a dar una paseo largo para desoxidarme y evitar más contracturas. Mi perro ha estado de acuerdo y juntos hemos emprendido una caminata hacia el centro de la ciudad. Me he puesto ropa de ninja. La fuerza de mi perro es inversamente proporcional a su tamaño. Es como una especie de mulo en miniatura. El atuendo que gasto para pasearlo es el de modo perro para estar preparada para tirones, evitar torceduras de tobillo, o pegarme un jardazo como el que me he dado un par de veces. Una de ellas me tuvo que levantar un chino que llamé a voces porque iba absorto con unos cascos pegados al móvil, y la otra me tuvieron que levantar entre tres personas. Así que cuando saco a King Kong tengo que ir prevenida que una no está para esos trances. Como mi espalda no aguanta mucho peso comparto la carga de los aperos perrunos mediante una mochilita ligera y una riñonera donde he puesto el bote de agua con vinagre que hay que llevar ahora por si la criatura orina en la pared de algún edificio. Mi cariñito es especialmente sensible a los ruidos y hoy hemos sorteado tíos cortando el césped, motos a escape libre y los petardazos que pegan los autobuses urbanos así que los jalones que me ha dado me han dejado exhausta. He llegado a casa riñéndole (pobrecito), cagándome en todo y con muy mal humor y él se ha quedado a varios metros de mí en lugar de a mi lado, como acostumbra, porque sabe cuándo estoy cabreada. En contra de todo pronóstico me he ido recuperando. Creo que el huevo duro que me estoy tomando en el desayuno, como recomienda Ana María Lajusticia, y el zumo de sandía con el golpe de mejunjes que le pongo han tenido algo que ver. Después de un desayuno-aperitivo he organizado la nevera y puesto varias lavadoras. Ropa blanca, vestidos y, cómo no, una lavadora de bragas y pinkies. He dejado dos vestidos de algodón tipo saco que tenía para salir para estar por casa. Son un gustazo. Como no tengo hambre por el brunch que he tomado al regresar a casa he decidido echarme a descansar y me he puesto un vestido-saco celeste. Escribo esto tumbada en la cama con el portátil  y una mesita de esas que hacen cómodo el escribir en esa postura aunque me he tenido que levantar varias veces porque el tiempo está como una cabra y al rato de comenzar a escribir he comenzado a sentir frío en los brazos, así que he quitado el tenderete y he ido en busca de una rebeca burdeos de macremé que lo mismo sirve para un roto que para un descosido y he continuado tecleando. Al ratito he empezado a sentir frío en las piernas así que me he levantado otra vez y me he colocado unos pantalones de pijama azules con un estampado de ramajos que tenía colgados en el perchero del baño. He vuelto a la cama para continuar contando mis andanzas pero los pies se me han quedado helados y no he tenido más remedio que volver a levantarme y ponerme unos calcetines tricolor que tengo para esos menesteres. Cuando he vuelto a retomar la escritura he echado un vistazo a mi atuendo y he pensado que más de uno pagaría por sacarme una foto. He estado a punto de hacerme una como guinda de esta segunda parte del show de Amanda pero sigo teniendo frío y he decidido dejar de escribir para descansar en condiciones y echarme una mantita ligera para entrar en calor. Después de todos los hatos que me he colocado sigo teniendo frío. Esto no es ni medio normal en esta época del año pero es lo que hay. Voy a cortar ya el rollo. No tengo ganas, ni qué ver en la tele, así que me quedaré frita leyendo el libro que tengo entre manos. A la tercera página estoy roque. No falla. Para dormir con algo de lectura, nada como un ejemplar con las letras pequeñas como puntos de braille. Cuando llevas  cuatro páginas mandas a tomar por culo al libro y a la editorial que lo sacó al mercado y se te quita el sentimiento de culpa por llevar un mes con el mismo libro. Tengo las manos heladas. Me voy al sofá vestida de rumana a taparme con la mantita. Por el momento, es todo.

Continuará.