domingo, 25 de febrero de 2024

MI ERASMUS EN BRAGA

 


Si me preguntan qué dos capítulos escogería como los que más han marcado mi vida, primero sería el de estrenar orfandad a los diez años y para el segundo, aunque no existe en la actualidad ningún término que lo califique, lo llamaría el capítulo de “Hijandad”.

Del primer episodio que acuñó mi vida recuerdo ver a mi padre morirse a chorros de cáncer en solo nueve meses. Un señor de uno ochenta y más de cien kilos que se convirtió en un esqueleto cuando el cáncer acabó con él. Fue ahí cuando, para llenar su ausencia, con una depresión infantil y un rasgo PAS nunca atendidos ni entendidos, comencé a escribirle cartas que más tarde fueron poemas; a partir de entonces y a pesar de todas las zancadillas y obstáculos que tuve que sortear, nunca pude parar de escribir.

Mientras mi padre vivía teníamos una buena vida. Tanto él como mi madre trabajaban muchísimo para que no nos faltara de nada, incluso íbamos de vacaciones los siete hermanos, algo impensable en aquella época. Tras su muerte todo cambió: con solo quince años y a pesar de ser una estudiante medianamente brillante y la sexta de siete hermanos mucho mayores que yo, mi madre decidió que era hora de aportar dinero en casa y me buscó un trabajo en una heladería en la que trabajaba en régimen de esclavitud de ocho a diez horas siete días a la semana. Así estuve, alternando los estudios como pude, hasta los veinte años que busqué otro trabajo en una boutique de ropa y posteriormente en otros lugares para no dejar de ayudar en casa, hasta que me independicé.

El cáncer visitó de nuevo a nuestra familia, esta vez a un hermano tres años mayor que yo, en forma de Linfoma de Hodkin en estadio I. Mi pobrecita madre sufrió un infarto por el sufrimiento que le produjo la enfermedad de mi hermano. Yo ya no vivía con ellos pero ayudé en todo lo que pude, como es de esperar en estos casos. Mi hermano superó su Linfoma.

Como decía en el primer párrafo, el segundo capítulo que marcó mi vida tuvo lugar hace once años. Fue cuando estrené Hijandad, o lo que es lo mismo, perder a mi única hija en vida como consecuencia de la violencia vicaria de la que, entre otras, soy superviviente. La marcha de mi hija meses antes de cumplir los dieciocho, en las circunstancias tan contra natura en las que se produjo me llevó a un proceso de tristeza que desembocó a los seis meses en un cáncer linfático. Un linfoma No Hodking en estadio IV invadía mi pulmón derecho, también mi pleura, bazo e hígado, con metástasis. Mi pronóstico era el de irme a criar malvas en un par de meses como mucho. Cuando estrené mi cáncer ya tenía una incapacidad laboral total por enfermedades como la Fibromialgia, Síndrome de Fatiga Crónica y un Transtorno Distímico, entre otras. Afortunadamente para mí, tanto mi padre como mi madre habían fallecido cuando me tocó afrontar la experiencia del cáncer. Cada día le agradecía a la vida esa circunstancia. Creo que no habría podido soportar verles sufrir por verme en ese estado.

Cuando tenía quince años y trabajaba como una burra en la heladería para pagarme mis estudios y ayudar en casa recuerdo que veía a mis amigos veranear, salir de fiesta, hacer deporte, irse de viaje de fin de curso de EGB, de BUP, de COU y de todas las siglas imaginables a los que yo nunca pude ir. Siempre imaginaba lo chulo que sería ir de Erasmus. Este año la vida ha premiado mi perseverancia, mi curiosidad, mi afán de superación con una beca Erasmus en el Centro de Educación Permanente para Adultos Trece rosas donde desde hace casi un lustro asisto a clases de diferentes materias.


Por primera vez me he visto y me han visto en Braga gracias a mi beca Erasmus. Esta ha sido una de las experiencias más extraordinarias de mi vida. Un periplo refrescante y necesario, un nuevo examen vital que me recuerda que ahora más que nunca es imprescindible reciclarse, cuestionarse, atreverse, respetarse y respetar, ser valiente y humilde a la vez, ser honestos, decir la verdad, desaprender conductas aprendidas que sacan lo peor de uno mismo, un tiempo en que es preciso ser todo lo que podamos ser…


De mi semana en Braga, además del manido chiste, podría enumerar todas y cada unas de las actividades que hemos llevado a cabo, desde visitar algunos de los centros de la AE Maximinos, donde su director pedagógico y financiero, Paulo Antunes, nos contaba mientras visitábamos las instalaciones, qué hacen allí, de dónde proceden los fondos que definen la calidad de la Educación que se imparte; podría decir que la danza y la música no son asignaturas extraescolares sino curriculares, que he visto en una sala danzar y tocar diferentes instrumentos a estudiantes afganos, sirios, argentinos, brasileños, ucranianos... Tal vez por eso, si me pidieran un titular de esta visita elegiría el de Inclusión.




Podría decir que hemos visitado una granja-escuela, además de los edificios del Centro de Educación infantil y Primaria Da Naia de la Agrupación de Escolas Maximinos, una visita llena del color de las instalaciones y del calor con el que nos recibió Patricia, su coordinadora, y el resto del profesorado. Salas de lectura, biblioteca, robótica y hasta un huerto a pie de clase, sin olvidar al profesorado dedicado a los alumnos y alumnas que necesitan apoyo o educación especial. Podría decir que hemos visitado el museo arqueológico (que procede de una donación familiar) y que además de visitarlo almorzamos allí mismo el menú del día que estaba muy rico, y también que hemos estado en un Centro Qualifica donde  cada unx de lxs doce alumnxs que hemos participado en este proyecto de movilidad expuso sus vivencias o lo que creyó oportuno y qué le ha llevado a solicitar esta beca. Podría decir que he asistido a un taller interesantísimo sobre la cerámica por la que Braga es famosa y que todo el grupo de profesoras y alumnos y alumnas hemos pintado un azulejo que Paulo nos traerá, una vez sea horneado, el próximo mes de marzo que visitará Jerez.
Podría decir que he caminado bajo la lluvia en un lugar tan encantador como Braga, que he paseado por lugares de Oporto donde  descubrí una calle divina con restaurantes románticos, elegantes, pintorescos y exquisitos donde algún día volveré. Podría decir que en este viaje se han quedado los miedos y la inseguridad que tenía últimamente de viajar a un país extranjero porque me he sentido en casa, no como en otros países a los que he viajado. Podría decir...





Sin embargo, si me preguntan qué me traigo de Braga, de Oporto y de todos los lugares que hemos visitado en apenas cuatro días me quedo con la Educación, con el Respeto y el Cariño que nos han brindado nuestros hermanos portugueses. En cada escuela, museo, local de copas, en cada restaurante o en el hotel donde hemos pernoctado nos han procurado un trato exquisito. No he visto una mala cara ni he oído una sola queja de todos los portugueses/as o personas de otras nacionalidades que nos han atendido.




Con el corazón en la mano podría jurar que he vivido una experiencia espléndida, pero como no todo puede suceder como en un cuento de Disney, a modo de anécdota, me gustaría declarar  que en mi soledad he visto cosas muy claras que no son verdad.

A veces, en ese o en cualquier tipo de situación grupal se produce el linchamiento de alguien y se deshumaniza a una persona para extraer, desnaturalizar y desvirtuar lo que le es útil a quien inicia la maledicencia, teniendo como objetivo el castigo público individualizado sin ánimo constructivo, porque es una cuestión que tiene que ver con el deseo de atribuirse el poder señalando el “pecado” ajeno para recibir halagos y sumar partidarios. Hay quien piensa que esta beca implica irse de vacaciones sin tener en cuenta que el que piensa distinto no es un enemigo, sino que se puede dialogar sin buscar adeptos afines a ti para excluir sordamente a alguien con la complicidad del resto. Que el respeto comienza con tener en cuenta al/la compañero/a con quien que compartes comida, habitación o baño, y que no hacerlo puede llegar a afectar a toda la Organización que tanto esmero y mimo ha puesto en este proyecto para que podamos aprender, desde la perspectiva que da viajar, a ser mejores personas.



Con el tiempo he aprendido a caer mal porque eso significa que no soy manipulable y que si por algo soy respetada y querida por mis lectoras y lectores del mundo es por mi autenticidad. La vida me ha enseñado que no tengo que encajar en ningún sitio porque ya esculpí mi propio molde y me siento orgullosa de ser quien soy.




Como he dicho en alguna parte de este artículo, cuando tenía diez años comencé a escribir cartas al cielo dedicadas a mi padre. Con los años también he escrito cartas a periódicos, cartas al director, cartas a los reyes magos, al ratón Pérez, a Arturo Pérez-Reverte, cartas de amor y también de desamor, y cómo no, cartas de agradecimiento. También he publicado dos libros que he autoeditado.

Quiero aprovechar esta nueva entrada en mi blog para agradecerle a Europa los fondos que han hecho posible este proyecto.

Gracias a Paulo Antunes y a todo su equipo, especialmente a  Ana, la profesionalidad, el cariño y la hospitalidad que nos han procurado durante toda nuestra estancia en Braga. No podíamos haber tenido mejores anfitriones.


Agradezco al CEPER Trece Rosas, el centro de estudios al que asisto como alumna,  que me haya seleccionado para formar parte de este proyecto.

Agradezco a Carmen Carrasco y Marina Zorrilla, profesoras del CEPER Victoria Alba, su participación en este viaje.

Agradezco a Ascensión Jordán Gómez y a Silvia Ramírez, así como a a todos y cada uno de los alumnos y alumnas que han participado en este proyecto de movilidad su asistencia, no sabéis cuánto he aprendido de todas vosotras y vosotros. Sin duda, como dice la cita atribuida a Nelson Mandela:

  -   Yo nunca pierdo, yo solo gano o aprendo.





Y por último, y no menos importante, me doy las gracias a mí misma porque parar a tiempo también es ganar. Me agradezco haber sido tan valiente en tantas situaciones extremas en las que he superado situaciones que nunca llegué a imaginar.

Me doy las gracias porque a pesar de haber tenido una vida muy perra en muchos de los años que he vivido, jamás me he sentido víctima de nada ni de nadie sino una Superviviente con mayúscula.



Y bueno, en síntesis, creo que eso es todo lo que tenía que decir de mi Erasmus en Braga. ¡Hasta la próxima!

 




(Los dos libros en papel publicados por Amanda, El diario de Amanda Flores (solo para valientes) y El humor y el olvido, están disponibles en Amazon)

El diario de Amanda Flores. Copyright. Todos los derechos reservados.

sábado, 15 de julio de 2023

SI ME QUERÉIS, IRSE


Hace unas semana alguien a quien seguía a través de Facebook, alguien a quien suponía una trayectoria profesional interesante colgó un post, lamentable, sobre Lola Flores que titulaba: 

"Buenos días, ayer fue el día en que Lola Flores habría cumplido 100 años"

Me bloqueó después de dejarle este comentario, pero continuó, como buen cobarde, hablando de mí, lo cual no es de extrañar, visto lo visto.

Te creía con algo de inteligencia emocional. Admiraba tu trabajo. Hoy, después ver este post ya no te admiro. Personas como tú hacen mucho daño a mujeres, a personas a las que en vez de lapidar se les debe algo de reconocimiento.

No te voy a detallar la trayectoria de Lola Flores que para eso está Google, pero te aseguro que va más allá del recorte de periódico que has puesto, de lo que se metía por la nariz que ha apuntado alguien, de lo de Hacienda y de lo del bingo. Va mucho más allá. Lola Flores fue una mujer adelantada a su época que se puso el mundo por montera para sacar a su familia y su Arte adelante, una mujer pionera que nos ha abierto las puertas a las mujeres, que se pasaba por el forro a personas que trataban de denostarla con opiniones como la tuya. Me da vergüenza ver posts como este que lo único que delatan es a una mujer sincera y sabia que decía lo que pensaba sin pudor ni miedo a ser juzgada. Y sin redes sociales.

Yo he tardado en descubrirla y estoy muy contenta de lo que he encontrado y del legado que ha dejado, admirados no solo por su arte sino por su calidad humana.

No me apetece continuar, solo decirte que nuestros actos nos definen y tú te has retratado muy bien hoy, y que te envío mucha Luz y te deseo mucha Felicidad. La vas a necesitar.

Hoy, tras una larga ausencia autoimpuesta para sanarme, he vuelto a entrar en mi querido blog. Ha sido muy extraño, como si fuera el blog de otra persona, como si yo no tuviera la capacidad de expresarme como lo hago. Pero lo hago. Qué bueno... me produce una sensación de felicidad equiparable a muy pocas cosas, y no hacerlo me deja como un barco varado a expensas de nuevas mareas, y no estamos ya para perder el tiempo esperando mareas ni mareos, sino para actuar, para vivir, para sentir.

Releyendo algunas de las entradas que no tenía publicadas me he encontrado con ésta, intemporal, como La Faraona, una entrada que publiqué hace cinco años y que en su momento, no me preguntes por qué decidí dejar en el olvido, pero que hoy al releerla he rescatado y me ha provocado sensaciones muy diferentes a las de hace un lustro.

Te la dejo por aquí, querido diario. No la vuelvo a quitar. De vez en cuando viene bien refrescar la memoria para saber de dónde vengo, hacia dónde voy, y todo lo que he evolucionado, a base de hostias, sí, pero también a base de amor propio.

Feliz sábado. Encantada de escribirte de nuevo..


SI MEQUERÉIS, IRSE




Querido diario:

A veces, el mayor acto de amor hacia una persona consiste en desaparecer de su vida. La cita no es mía, la leí por ahí y se me encendió la bombilla. Y también se  me  achicó el ego.

La mayor parte de mi vida pensé  que cantidad era sinónimo de calidad: a mayor cantidad de años de amistad, convivencia o roce (es un suponer) con una persona, mayor calidad de cariño entre ambos. La endogamia que se practica entre mucho prójimos y prójimas que me rodean confunde a la persona que elige cómo y con quién quiere estar, con un misántropo. En todos los casos, me prefiero misántropa a endogámica, dónde vamos a parar.

Hace unos meses escribí un comentario-despedida en el post que colgó en una red social un ex amigo al que llamaré Mr Allen para preservar su anonimato. Hoy lo he encontrado casualmente y siento la necesidad de ponerlo por aquí, no como cuando lo escribí, sino desde el amor y el cariño. Sin acritud. Con una paz interior mu grande, mu grande, cierro los ojos, respiro tres veces y... Oohhommm... mando al carajo al amigo, pareja, hijo, familia o todo aquello que no me hace bien o me causa perjuicio. Paz y Amor. Ya está.


Hola Mr Allen. Hoy Facebook me ha mostrado un recuerdo que pusiste en mi muro hace tres años. Hace más de dos años que dejaste de ser mi amigo en Facebook y en la vida real. A día de hoy me sigo preguntando ¿por qué? 

Al ver el recuerdo, he entrado en tu muro y me he encontrado con una fotografía en la que pides a la gente un copia y pega y una oración en honor a las personas que lucharon y ganaron, perdieron o ahora mismo tienen cáncer.

Me gustaría decirte desde el respeto y desde el amor, que las personas que luchan, que tienen o han sobrevivido al cáncer, no necesitamos un copia y pega durante una hora en un muro de Facebook. Ni mucho menos una oración. Preferimos el contacto humano. En la calle, en el monte, en la barra de un bar… Y si uno no puede salir tanto por las secuelas, a las personas que hemos sobrevivido nos gustan las cosas tangibles. Una visita, una llamada, un abrazo, unas risas…
(...)Leer algo así en una red social, reivindicando "empatía" con las personas que sufren o hemos sufrido cáncer, para ser posteriormente dejadas a un lado no tiene mérito alguno. Lo digo desde el respeto y, sobre todo, desde la vida. Porque yo sí he sobrevivido. Sigo viva. Y me pongo mala cuando leo posts como ese. Aunque es posible que cuando lo colgaste no pensaras en mí, te aseguro que muchas personas que han pasado por ese trance no sienten alivio al ver cosas así. Lo único que sienten es que es una manera de lavar la conciencia y de mostrar al mundo lo buenas personas que son los que lo hacen. Mejor ofrecer cosas tangibles… Querido Mr Allen como dice Paul Auster: “Hay otros mundos pero están en este”. Como yo. Te deseo mucha felicidad y tiempo y salud para disfrutarla.


Con el paso de los años he comprendido que nada es permanente, ni siquiera la amistad con alguien durante 35 años; que incluso lo permanente a veces llega a crear dependencias emocionales que nos condenan a empobrecernos como personas. Los apegos son confundidos por cualidades por quienes no distinguen la necesidad del deseo, el amor de la urgencia, o la familia de quienes realmente te aman por lo que eres. Nada es permanente. Ya no soy la misma que hace un año, ni una hora, ni siquiera cinco minutos. Soy un ser cambiante y es maravilloso. Poder desapegarme de lo que me hace daño, de lo que me provoca malestar, de lo que no me hace sentir paz, de quien no me quiere en su vida. En definitiva: poder soltar.
 Solo puedo decir Gracias. A ti, Mr Allen y a todos los que de alguna manera han intentado cambiarme, desestabilizarme, usarme, abusarme o simplemente no darme el valor que merezco. Y a los que quedan por ahí que están pero sin estar y en realidad son solo figurantes no tengo otra cosa que decirles salvo aquella frase lapidaria que dejó grabada a fuego en nuestras mentes la irrepetible Lola Flores:

 “Si me queréis, irse”

  Al carajo (eso es de mi cosecha). Que no hay nada mejor que empezar a ser lo que se es.