La vida me sonríe. Hoy tuve una
cita a ciegas. Habíamos quedado por la tarde, pero se ha
adelantado unas horas porque él tenía un hueco en su agenda. ¡Yupi! He acudido tranquila, aunque, a qué negarlo, algo inquieta; estamos
en T.A. (Temporada Alta) de calcetines y pelos y cualquier parecido con El Yeti y mis
piernas no es pura coincidencia. He aparcado mi coche en un entorno idílico con árboles acompañados por una banda sonora de pajarillos ajenos a las zambombas navideñas que hay por todas partes en Jerez. Ya en la recepción del sitio he presentado mi carné de identidad, me han
tomado los datos y, por último, me he dirigido a la habitación. Estaba en
penumbra. Discreta, silenciosa y acogedora. No he esperado a que llegue mi cita: me he quitado la ropa del tirón y me he puesto un camisón transparente. Mucho
mejor así... No me quito los leggings por el tema pelos; me tumbo a esperar tranquilamente y aprovecho para cerrar los ojos y meditar un poco. Mi
nirvana se ve interrumpido por el sonido de la puerta cuando él entra en la
habitación... Me sonríe... Es muy guapo… Este pollo no vuelve a cumplir los 45; ojos
claros, mirada pícara, ¡con pelo!, y para rematar, un acento argentino/uruguayo que llena la estancia como un Mon Cherí de chocolate
relleno de licor. Intercambiamos impresiones, apresuradas, y al poco, me pide que no hable y que le deje hacer... Luego se sienta junto a mí, tira suavemente del camisón transparente, por la parte del cuello concretamente, y lo
desliza hacia abajo con delicadeza. Le dejo hacer... Saca un bote, unta esa
parte tan erógena de mi cuerpo – el cuello - con una crema y comienza a
masajearme con una especie de rodillo muy agradable... De arriba hacia abajo, haciendo pequeños
círculos... de lado a lado de mi escote… Debajo
de una oreja, luego de la otra… casi rozando mi nuca… Mantengo los ojos
cerrados y me dejo querer… Al cabo de un rato la magia termina.
Cuando acabamos se marcha de la
habitación. Antes de irse me dice que todo ha estado mejor que bien y yo le suelto
que hace mucho mucho tiempo que un hombre no me toca de esa manera. Sonríe y me
lanza esa mirada, entre pícara y divertida.Y con su acento argentino/uruguayo
me dice, satisfecho, que le encanta que todo haya sido de mi agrado. Se marcha y me quito
el camisón, me coloco la indumentaria que traía puesta, me cuelgo los
pendientes y atuso un poco mi pelo alborotado antes de dirigirme de nuevo a la
recepción del sitio.
La recepcionista es atenta, eficiente y
educada. Me dice que los resultados de mi ecografía se los enviarán a mi doctora
dentro de una semana. Me despido con una sonrisa de oreja a oreja.
Muchas gracias, muy amable, le digo a
la recepcionista-atenta cuando salgo. Y mis piernas peludas y servidora
nos volvemos a casa felices porque los centros médicos privados concertados con
la Seguridad Social también hacen caja los días de fiesta. Y como everybody
está zambombeando en Jerez, me han adelantado la cita tres horas, no he tenido que
esperar ni diez minutos para que me atienda un pimpollo monísimo, y en el aparcamiento
no había ni un alma de los que cobran a euro la plaza. ¡Olé! Ojalá todas las citas a ciegas fueran como esta, visto lo visto. Y ahora
voy a comer algo y descansar un rato, que esta tarde he quedado para salir con
una amiga. Seguro que la vida me vuelve a sonreír esta tarde noche. Al tiempo.
🤣🤣 nunca una cita médica fue tan divertida .
ResponderEliminarMe alegra que te haya divertido, yo también me he reído lo mío mientras cavilaba todo esto de vuelta a casa jajaja. Un abrazo, y un millón de gracias por tu comentario, querida. ;)
Eliminar🤣🤣🤣 Es que no se puede aguantar el arte que tienes chiquilla!!!!
ResponderEliminar¡¡Gracias, quienquiera que seas!! La verdad es que yo también me río mucho conmigo. Un abrazo muy fuerte y de nuevo, gracias por tu comentario :D
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