domingo, 24 de marzo de 2024

EL POLVO SAHARIANO Y OTRAS CONSEJAS

 


Querido diario:

Hoy ha sido un día completito: por fin han pintado mi alcoba, ya parece otra cosa. Como desde que me mudé a mi nuevo hogar habito en una continua reforma por causas ajenas a mi voluntad, la pared que veo cuanto me meto en el lecho, después de tanto cambio de cuadros y armario, tenía tantas brechas como si se hubiera paseado delante de ella un mono borracho blandiendo un AK-47.

Le pedí a un amigo del gremio el contacto de un pintor bueno, me dio uno y lo llamé del tirón. No le interrogué demasiado porque su tono de voz me recordaba bastante a la de Harrison Ford y ya me hice yo una película viéndolo como el susodicho cuando se pone el mono de faena para hacer trabajos de carpintería.

La cosa prometía, hasta que me dijo que iba a venir con sus dos hijos “para que fueran aprendiendo”. Le dije que como mucho se trajera a uno, que aquí no había tanto quehacer, que mi pisín iba a parecer el camarote de los hermanos Marx con tanto gentío, y, con su voz de Harrison Ford, me dijo que bueno.

El caso es que quedó en llamarme el día antes del acordado para confirmar, y yo viendo que pasaba el día y que no se manifestaba contacté con él y me dijo que vendría a las 10 de la mañana. Le pregunté si no podía venir antes y por poco le da una subida de tensión, así que quedamos en que nos veríamos al día siguiente a las 10 a.m. pero, al día siguiente, me puso un guasap para decirme que llegarían a las 10:30 h. y cuando le respondí que esas no eran horas de empezar a trabajar se puso gallito y a punto estuvo de dejarme tirada como una colilla con todo el piso desmantelado, los muebles retirados y la balacera del mono con el AK-47 tapada con masilla por un amigo que me hizo el favor de taparla el día antes para aligerar el trabajo de los pintores.

En este punto, la voz de Harrison Ford se había esfumado de mi cerebro por completo. Primero le respondí con un guasap pero acto seguido le llamé para decirle que se relajara y que cuando llegara a la puerta del parking me llamara para abrirle para que aparcase en mi aparcamiento y no tuviera que dejarlo fuera de la urbanización, no fuera a herniarse.

Cuando salí a la terraza a abrirle el gachó venía en un Audi niquelao. Le abrí y pensé que la próxima vez que me haga un Tinder no quiero un licenciado ni un graduado ni ostias, me pido un pintor. Ciento cincuenta euros por menos de cuatro horas de trabajo me ha soplado el Harrison Fó imaginario que en verdad era el de Pepe gotera y Otilio, reformas a domicilio.

Le diré a todos mis conocidos y amigos que si necesitan un pintor que no llamen a este. No recuerdo su nombre, pero como datos relevantes están el de la voz y el de la barriga cervecera que acompaña a una buena pringá de berza o de puchero. Ahí lo dejo.

Cuando acabó salió pitando con el hijo y ni siquiera me ayudaron a meter todas las cosas que yo había puesto en el balcón para despejarles la zona de trabajo, así que cuando se fueron me arremangué y me pegué la paliza padre para adecentar el desorden. Lo peor era el fuerte olor a pintura; para que se fuera tuve día y noche las ventanas abiertas y también se me ocurrió poner los ventiladores del techo a toda máquina, pero, lo que es la vida, cuando me he venido a dar cuenta el polvo sahariano que mentaban los informativos se ha colado por mi terraza y ha campado a sus anchas bien esparcido por los ventiladores. Ya podía haber entrado otra clase de polvo, uno del Harrison Ford, por ejemplo...

En fin, paciencia, todo llegará.

Volveré.

 

 El diario de Amanda Flores. Copyright. Todos los derechos reservados.

 

 


2 comentarios:

  1. Lo he leido dos veces para volver a reirme! Que bien escribes! A pesar de la situación le das un aire comico! Gracias por estos momentos!

    ResponderEliminar
  2. Gracias a ti por tus palabras, me alegro que lo hayas disfrutado. Un abrazo.

    ResponderEliminar

Gracias por dejar un comentario.