Atar cabos puede llevar un
momento o un montón de años pero tarde o temprano da sus frutos y cuando lo
hacemos alcanzamos plena consciencia de lo ocurrido y comenzamos a no ser tan
vulnerables; la energía que antes derrochábamos a fuerza de dar palos de ciego ahora
nos hace actuar con eficacia y tomar decisiones en nuestra vida.
Alguien que conozco me llamó para
charlar. Su matrimonio dejará de serlo en breve. Hace años leyó un libro que
distorsionó sus credos; el texto, que se publicó hace más de dos décadas, ponía
como ejemplo de familia desestructurada la que carecía de uno de sus
progenitores.
La persona del matrimonio
agonizante me preguntó si yo creía que si el hecho de que hubiera perdido a su
padre cuando apenas era un niño le convertía en parte de una "familia
desestructurada”. Además, se cuestionaba si ese hecho tendría algo que ver con el alto índice de fracasos matrimoniales
de sus hermanos.
Cuando terminé de escuchar sus
argumentos le respondí que a mi modo de ver hoy en día no podíamos hablar de
"familias desestructuradas" por la muerte o ausencia de alguno de los
progenitores, y que el modelo tradicional
de familia había sufrido un proceso de transformación, que ahora existen otros
patrones:
Padre + padre + hijos; madre +
madre+ hijos; madre + donante de esperma + hijos; persona/s + mascota/s; padre
+ hijos… Y así un montón de combinaciones. Sin contar con abuelos, parientes,
amigos, y en fin, no sé, todo aquello susceptible de formar parte de una
familia
También le dije que, en mi opinión, los
fracasos matrimoniales están muy relacionados con lo que Profesor Primo Levy
retrata en un extracto de la película de Woody Allen “Delitos y faltas”. Dice lo siguiente:
"Lo que pretendemos en realidad al enamorarnos es una paradoja muy
extraña. La paradoja consiste en el hecho de que al enamorarnos estamos
buscando el reencuentro con todas o algunas de las personas a las que quisimos
de pequeños.
Por otra parte, le pedimos al ser amado que corrija todos los errores que aquellos lejanos padres o hermanos cometieron con nosotros, así que ese amor contiene en sí una contradicción: el intento de volver al pasado y el intento de deshacer el pasado."
Por otra parte, le pedimos al ser amado que corrija todos los errores que aquellos lejanos padres o hermanos cometieron con nosotros, así que ese amor contiene en sí una contradicción: el intento de volver al pasado y el intento de deshacer el pasado."
En mi opinión, esta paradoja
tiene mucho sentido. En cualquier caso, también creo que existe algo llamado Imperativo moral que puede tomar dos
caminos. En primer lugar: el que dicta la
mayoría de la sociedad, que consiste en aguantar toda la mierda que nos echen
encima con tal de formar parte de familias
socialmente saludables, ordenadas y estructuradas como escaparates de
vida feliz.
Y en segundo lugar: el camino que
uno mismo decide tomar, que puede conducirnos a ser personas con valores
diferentes a los que impone la ciudadanía.
Lo de “No hay peor ciego que el
que no quiere ver”, transmutaría en este caso por “No hay ciego más feliz que el que no quiere
ver”.
Por mi parte - acabé revelando a
la persona que me pidió su opinión - yo creo
que la segunda opción es la más saludable para uno mismo y también para los que
le rodean.
Lo de seguir intentándolo a fuerza de poner parches en nuestra vida como si de un neumático viejo se tratara lo dejo para los que prefieren la primera.
Lo de seguir intentándolo a fuerza de poner parches en nuestra vida como si de un neumático viejo se tratara lo dejo para los que prefieren la primera.
"Para gustos, colores, aunque sigo pensando - acabé - que a pesar de sus inconvenientes, lo que de verdad no tiene precio es el valor de la libertad de elegir la moral a secas. Sin imperativos."
Y dicho esto, ¿Hasta dónde te permites volar?...
A los que quieren volar.
Como siempre,un placer leerte
ResponderEliminarEl placer es mío. Gracias, Mari Angeles por tu opinión y por tu tiempo para poner el comentario. Un abrazo.
EliminarSilvia