jueves, 1 de marzo de 2018

EL IMPERATIVO MORAL




Atar cabos puede llevar un momento o un montón de años pero tarde o temprano da sus frutos y cuando lo hacemos alcanzamos plena consciencia de lo ocurrido y comenzamos a no ser tan vulnerables; la energía que antes derrochábamos a fuerza de dar palos de ciego ahora nos hace actuar con eficacia y tomar decisiones en nuestra vida. 
Alguien que conozco me llamó para charlar. Su matrimonio dejará de serlo en breve. Hace años leyó un libro que distorsionó sus credos; el texto, que se publicó hace más de dos décadas, ponía como ejemplo de familia desestructurada la que carecía de uno de sus progenitores.
La persona del matrimonio agonizante me preguntó si yo creía que si el hecho de que hubiera perdido a su padre cuando apenas era un niño le convertía en parte de una "familia desestructurada”. Además, se cuestionaba si ese hecho tendría algo que ver  con el alto índice de fracasos matrimoniales de sus hermanos.
Cuando terminé de escuchar sus argumentos le respondí que a mi modo de ver hoy en día no podíamos hablar de "familias desestructuradas" por la muerte o ausencia de alguno de los progenitores, y que el modelo  tradicional de familia había sufrido  un proceso de transformación, que ahora existen otros patrones:
Padre + padre + hijos; madre + madre+ hijos; madre + donante de esperma + hijos; persona/s + mascota/s; padre + hijos… Y así un montón de combinaciones. Sin contar con abuelos, parientes, amigos, y en fin, no sé, todo aquello susceptible de formar parte de una familia
 También le dije que, en mi opinión, los fracasos matrimoniales están muy relacionados con lo que Profesor Primo Levy retrata en un extracto de la película de Woody Allen “Delitos y faltas”. Dice lo siguiente:

"Lo que pretendemos en realidad al enamorarnos es una paradoja muy extraña. La paradoja consiste en el hecho de que al enamorarnos estamos buscando el reencuentro con todas o algunas de las personas a las que quisimos de pequeños.
 Por otra parte, le pedimos al ser amado que corrija todos los errores que aquellos lejanos padres o hermanos cometieron con nosotros, así que ese amor contiene en sí una contradicción: el intento de volver al pasado y el intento de deshacer el pasado."

En mi opinión, esta paradoja tiene mucho sentido. En cualquier caso, también creo que existe algo llamado Imperativo moral que puede tomar dos caminos. En primer lugar: el que dicta la mayoría de la sociedad, que consiste en aguantar toda la mierda que nos echen encima con tal de formar parte de familias  socialmente saludables, ordenadas y estructuradas como escaparates de vida feliz.
Y en segundo lugar: el camino que uno mismo decide tomar, que puede conducirnos a ser personas con valores diferentes a los que impone la ciudadanía.
Lo de “No hay peor ciego que el que no quiere ver”, transmutaría en este caso por  “No hay ciego más feliz que el que no quiere ver”. 
Por mi parte - acabé revelando a la persona que me pidió su opinión -  yo creo  que la segunda opción es la más saludable para uno mismo y también para los que le rodean.
Lo de seguir intentándolo a fuerza de poner parches en nuestra vida como si de un neumático viejo se tratara lo dejo para los que prefieren la primera.
"Para gustos, colores, aunque sigo pensando - acabé - que a pesar de sus inconvenientes, lo que de verdad no tiene precio es el valor de la libertad de elegir la moral a secas. Sin imperativos."
Y dicho esto, ¿Hasta dónde te permites volar?...





A los que quieren volar.

2 comentarios:

  1. Respuestas
    1. El placer es mío. Gracias, Mari Angeles por tu opinión y por tu tiempo para poner el comentario. Un abrazo.
      Silvia

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