domingo, 29 de junio de 2025

PODÉIS IR EN PAZ


 


Querido diario


Te dejo por aquí el texto que colgué en una red social privada hace un par de meses, pero que continúa y continuará vigente por los siglos de los siglos. Amén.
Por aquí es público y lo pueden leer mis lectores del mundo; tal vez alguno se sienta identificado o identificada y no comulgue con imposiciones tecnológicas que no hacen sino separarnos cada vez mas... Cuando el teléfono estaba atado a un cable y para comunicarnos teíamos que oír nuestras voces, éramos infinitamente más libres.


Como muchas sabéis, comparto mi vida conmigo misma.
No puedo delegar en nadie, así que yo misma abarco todos los menesteres de los que cualquier ser humano que pertenece al rebaño ha de hacerse cargo. Me ocupo de la comida, limpieza, pagos, seguros, bricolaje, médicos, revisiones de ITV de mi coche y mías, burocracia, intendencia de mi hogar, logística, peculio, medicinas, escribir de vez en cuando, editar mis libros, publicarlos, publicitarlos, etc, etc, etc.
Rara vez le recito a alguien mi agenda diaria, entre otras cosas, porque es mía, porque lo considero una falta de respeto para con la otra persona y porque "Excusatio non petita accusatio manifiesta".
Con el WhatsApp lo de soltar el rollo de la agenda (unidireccionalmente) se está agravando in crescendo: por si no tenía bastante con escuchar lo ocupado que está todo el mundo, el WhatsApp se ha convertido en el parapeto perfecto para que, sin ni siquiera mirarte a la cara te revelen su rollo. Y les suda su santo papo si lo lees, si les contestas o si estás viva o muerta.
Los audios whasaperos son la estrella del mesudaelcoñotuvida pero yo te cuento la mía.
Durante las ultimas semanas, en las que me ha acompañado una bronconeumonía importante, he dedicado parte de mi valioso tiempo a explicar a quienes se comunican, y pretenden que yo les cuente mi vida en tres tomos por WhatsApp, a informarles de que no tengo intención de subirme a ese carro de deshumanización, despersonalización - llámalo X - que está tan en boga y que está disparando sobremanera un mal del que todos hablan: la soledad no deseada (y sus consecuencias).
La semana pasada, para evitar escuchar lo ocupada que está una "amiga" a la que no veo desde hace mucho, le solicité a través de un escueto WhatsApp (en el que le decía que la suponía muy liada y que esperaba que estuviera bien) un documento que yo necesitaba. Me lo facilitó y adjuntó de regalo una parrafada que detallaba, una por una, las tribulaciones que están ocurriendo en su vida en los últimos tiempos (los viajes y actividades lúdicas los obvió), recalcando en todo momento lo ocupadíísssima que está y acabando con un "espero que estés bien" + emoticono de abrazo, y ahí te quedas.
Esa es la normalidad de cada día. La nueva normalidad, toooooodos los días.
Yo no pretendo ser prioridad, pero tampoco quiero ser el cubo de basura de nadie.
NO quiero y NO lo merezco.
No molesto a nadie con todas las cosas que hago a lo largo del día, que son muchas más de las que os podéis imaginar, a pesar de mi frágil salud de hierro, y si no quiero quedar con alguien o simplemente no me apetece hablar, no me manifiesto y punto.
Si la gente le dedicase al prójimo el mismo tiempo que invierte en justificarse de lo ocupada que está, habría menos soledad y no viviríamos en esta mierda de normalidad de la que soy testiga cada día.
Desde este texto le envío un abrazo a mi querida amiga que vive en los países nórdicos. Tan lejos, y tan cerca. Lola y yo nos hablamos cara a cara con frecuencia, aunque sea a través de un teléfono. Nos priorizamos y nos regalamos el tesoro más preciado que poseemos: nuestro tiempo.
Antes, a eso se le llamaba amistad.
Pensad un poco en la otra persona antes de faltarle el respeto soltándole el rollo de lo ocupadas que estáis sin que os hayan preguntado, mostrando impúdicamente vuestro desinterés. Tratad de caminar un rato en sus zapatos antes de usarla como un contenedor de lo chungo.
Todos tenemos una vida.
A mí me ha costado mucho, mucho, pero mucho, llegar donde estoy como para ir dando pasos atrás.
Podéis ir en paz.



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