Cuando yo era
chica mi padre viajaba bastante al extranjero por motivos de trabajo.
Italia, Holanda, Suiza, Alemania, Noruega, Suecia y un largo etcétera formaban
parte de su itinerario; no tiene más remedio que salir de ahí mi vena nórdica.
Me encantaba ir a recibirle al aeropuerto, resultaba fascinante ver a la
tripulación del avión avanzando entre la gente como a cámara lenta, igualito
que Sully y Mike Wazowsky en Monstruos S.A., perfectamente uniformados,
como recién salidos de un catálogo de moda, como si llegaran de otro planeta.
No tiene más remedio que venir de ahí mi sueño de convertirme en azafata.
El trabajo de mi
madre, en cambio, consistía en cuidar de los siete hijos, siete, que quedaban a
su cargo. El sólo hecho de pensarlo ahora me produce urticaria, taquicardia y una profunda
admiración por esa mujer adelantada a su tiempo que por su educación -
como la mayoría de las mujeres de aquella época - tuvo muy pocas
oportunidades, o ninguna, de desarrollarse como persona.
Ya
de pequeña la vida me iba dando algunas pistas de lo que significaba ser mujer en una
sociedad machista. No sólo se nace mujer, además se nace hija, hermana, esposa,
madre, y, sólo a veces, algunas veces, persona.
El caso es que
desde pequeña y con ese panorama yo tenía decidido que de mayor quería
ser azafata de vuelo para viajar alrededor del mundo, ganar pasta, y conocer a
gente diversa. Algunas personas ven a las azafatas como simples
camareras-sirvientas, a otros, en cambio les dan mucho morbo. Por el uniforme,
por el hecho de que sea una mujer la que les va a mimar durante el trayecto;
porque algunos ven en ellas una especie de madre, esposa, novia o gheisa. O
todo junto ¿A quién no le mola tener una batallita zezuar en el aire para
contar a sus colegas y/o a su ego? Matemáticas puras. Para muchos hombres tener
una aventura con una azafata en el baño de un avión es una de las fantasías
sexuales por excelencia. Y como se supone que ese es el sentir general, de vez
en cuando sale a la luz una historia que conjuga las palabras baño, avión,
azafata, sexo y dinero. Mucho dinero.
Cuando leí la
noticia en un diario digital el pasado 2 de octubre de 2015 pensé que lo
escueto de la información y de datos contrastados podría ser debido a la
premura por publicarla y que saldría algo más relacionado con la misma aparte
de los datos que propagaron como un reguero de
gasolina ardiendo todos los medios de comunicación. Datos idénticos
en todos y cada uno de los medios que convirtieron en viral una noticia sin
fundamento.
Algunos de los
titulares que los medios extranjeros y españoles se apresuraron a publicar
decían lo siguiente:
-
"Despiden de forma fulminante a una azafata por acostarse con
pasajeros en pleno vuelo"
- "La
protagonista del escándalo aprovechaba las travesías de larga distancia para
cobrar a sus clientes casi 2.000 euros por un "servicio especial en el
vuelo".
-
"...lo que no debió valorar es que acabaría costándole el puesto. Y es
que, cuando la compañía aérea para la que trabajaba - solo ha trascendido que
es una aerolínea de Arabia Saudí - tuvo constancia de que su empleada estaba
ganando cerca de 900.000 euros al año por mantener relaciones sexuales con los
pasajeros, decidió despedirla de forma fulminante."
-
"...el jugoso negocio fue descubierto cuando la azafata mantenía sexo con
uno de sus clientes en los servicios de un avión. Ahora no solo ha perdido su
empleo, sino que las autoridades sauditas podrían expulsarla del propio país,
según informa el "Daily Mail".
Y así un laaargo
etcétera. Lo que resulta - como poco - llamativo es lo surrealista de una
"noticia" en la que no dicen el nombre de la azafata, ni su
procedencia (país, estado, provincia), ni la aerolínea para la que trabaja, ni
si le gusta más la fresa que la nata, si es alta, baja o rubia; si contactaba
con sus clientes por internet, por teléfono o mediante señales de humo; si
tenía un/a cómplice, si el sobrecargo - que supuestamente la pilló in fraganti
con su cliente - se
quedó mirando, cerró la puerta o se desmayó. No se sabe si su cliente
estaba casado, cansado, si vestía de manera casual, con chaqueta y
corbata, si llevaba calcetines de ejecutivo, una chilaba o un casco de minero.
No se sabe.
Han pasado más
de 5 meses y nada se ha vuelto a saber de la misteriosa azafata- fantasma que
ganaba un montón de pasta manteniendo sexo con-sentido con los pasajeros. Nunca
más se supo de una noticia machista que encubre un terrorismo que sólo en
España ha matado a más mujeres que el terrorismo político. Da para pensar. Es
sólo la punta del iceberg. No se sabe cuántas mujeres sufren violencia física o
psicológica cada día, ni cuántas más morirán bajo el manto de una igualdad
inexistente en un mundo supuestamente moderno que no solo alienta, sino
que difunde mundialmente noticias-mentira como la de una azafata que no puso en
peligro a nadie, ni estrelló el avión porque le dio el siroco, ni robó, asesinó
o echó un mal de ojo al pasaje, sino que ganó mucho dinero por acostarse - supuestamente - en el baño de un avión fantasma con pasajeros
sin nombres ni apellidos.
Lo que prevalece
en el fondo y en la forma de una ficción convertida en noticia es que su
protagonista es mujer. Suficiente como para "alertar" a las masas de
una oveja descarriada e inexistente a la que de paso se lapida subliminal y
verbalmente y se muestra ante la sociedad como el ejemplo de lo que NO tiene
que hacer una mujer: ser azafata, viajar, conocer gente y ganar mucha pasta. Y
pasándolo bien, oiga.
Vaya... pero si
es lo mismito que yo soñaba de chica con ser de mayor.
Y luego nos
quejamos del terrorismo,ese terrorismo que comienza en muchos, muchísimos
hogares, solapado bajo un machismo insertado perfectamente en la sociedad como
lo están la Televisión, la playesteichon, el WhatsApp, la corrupción, el
desempleo, o el notengowifi, es un suponer.
Da para pensar:
hagas lo que hagas si eres mujer, te desarrollas, creces como persona, tienes
un trabajo que te gusta, ganas mucho dinero, viajas y haces lo que te pide el
cuerpo con quien te da la gana, tienes todas las papeletas para que te maten o
te coloquen automáticamente en el saco de las putas de altura. Y para muestra, un botón.
Muy acertado eso que dices de las preguntas a las mujeres casadas: ¿y tus hijos? ¿Cómo están tus hijos? Y no te digo nada si tienes una nieta, como en mi caso. Ahora tengo que soltar a los cuatro vientos que soy feliz, que esa niña me ha traído la alegría, que bla bla bla... Siempre das en el clavo, Silvia. Un abrazo.
ResponderEliminarGracias, Teresa, por tus palabras y por tomarte la molestia de poner un comentario por aquí. Se echan de menos. Aunque me gustan las opiniones que dejan en las redes sociales, este es mi espacio... :) Un beso, Teresa.
EliminarOh Amanda! Qué genial leerte! A mí también me huebiese gustado ser azafata, recorrer mundo más de una vez, saber muchos idiomas y conocer, aprender de muchas culturas sus costumbres... ahhh! Disfrute tu artículo de principio a fin! A mí también me repatean los impostores y las ovejas ciegas que les creen.
ResponderEliminarAbrazos de Lilia nacida en México, viviendo en otro lado y queriendo pasar por otros jajajajaja... Sagitario debía ser!
Qué alegría que hayas disfrutado leyéndome, Lilia de México :), gracias por tus palabras y por haberte molestado en expresar lo que sientes poniendo tu comentario...yo también he disfrutado mucho leyendo tus palabras llenas de buena energia. Un fuerte abrazo :)
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