Hace tiempo leí en alguna parte una historia que me pareció bonita. Han pasado algunos años, con lo que conllevan , y ya no solo me parece un mensaje hermoso sino, a todas luces, necesario.
Y después de todos esos largos, dolorosos y pacientes cinco meses de heridas, cicatrizaciones y crecimiento, logra realizar su famoso vuelo de renovación, renacimiento y festejo. Celebra que vivirá otros treinta años más...
En nuestra vida para continuar un vuelo pleno, muchas veces tenemos que resguardarnos por algún tiempo y comenzar un proceso de renovación. Debemos desprendernos de costumbres, tradiciones y recuerdos tan pesados que nos impiden avanzar. Solamente libres del pasado podremos aprovechar el resultado valioso que una renovación siempre nos trae. Renovarse por dentro también es poner orden en la mente, desechando los recuerdos de acontecimientos frustrantes o dolorosos. Solo así podremos quedarnos con la experiencia de lo que aprendimos.
Para poner en orden, para renovarse y alzar vuelo, hay que conocerse, saber quién es uno y a dónde quiere llegar. No hay necesidad de adaptarse al problema; existe la posibilidad de librarse de él. Pero el camino es un poco difícil, el camino es un desafío. Es una elección tuya. Sigamos la ruta de las águilas. Siempre hacia arriba, siempre hacia delante.
Eso era, en resumidas cuentas, lo que decía el texto que leí hace años y que he llegado a comprender tan bien. Renovarse o morir...A veces, lo más duro que debemos dejar ir es la antigua versión de nosotros mismos. Pero ayuda ponerse en modo águila, dejar que las cosas fluyan y esperar a que aparezca el maestro que cada uno llevamos dentro. Y aparece. Fijo.
Feliz vuelo.
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