martes, 17 de noviembre de 2015

PUTAS DE ALTURA








Cuando yo era chica mi padre viajaba  bastante al extranjero por motivos de trabajo. Italia, Holanda, Suiza, Alemania, Noruega, Suecia y un largo etcétera formaban parte de su itinerario; no tiene más remedio que salir de ahí mi vena nórdica. Me encantaba ir a recibirle al aeropuerto, resultaba fascinante ver a la tripulación del avión avanzando entre la gente como a cámara lenta, igualito que Sully y Mike Wazowsky  en Monstruos S.A., perfectamente uniformados, como recién salidos de un catálogo de moda, como si llegaran de otro planeta. No tiene más remedio que venir de ahí mi sueño de convertirme en azafata.
El trabajo de mi madre, en cambio, consistía en cuidar de los siete hijos, siete, que quedaban a su cargo. El sólo hecho de pensarlo ahora me produce  urticaria, taquicardia y una profunda admiración por esa mujer adelantada a su tiempo que por su educación -  como la mayoría de las  mujeres de aquella época - tuvo muy pocas oportunidades, o ninguna, de desarrollarse como persona.
 Ya de pequeña la vida me iba dando algunas pistas de lo que significaba ser mujer en una sociedad machista. No sólo se nace mujer, además se nace hija, hermana, esposa, madre, y, sólo a veces, algunas veces, persona.
El caso es que desde pequeña y con ese panorama yo  tenía decidido que de mayor quería ser azafata de vuelo para viajar alrededor del mundo, ganar pasta, y conocer a gente diversa. Algunas personas ven a las azafatas como simples camareras-sirvientas, a otros, en cambio les dan mucho morbo. Por el uniforme, por el hecho de que sea una mujer la que les va a mimar durante el trayecto; porque algunos ven en ellas una especie de madre, esposa, novia o gheisa. O todo junto ¿A quién no le mola tener  una batallita zezuar en el aire para contar a sus colegas y/o a su ego? Matemáticas puras. Para muchos hombres tener una aventura con una azafata en el baño de un avión es una de las fantasías sexuales por excelencia. Y como se supone que ese es el sentir general, de vez en cuando sale a la luz una historia que conjuga las palabras baño, avión, azafata, sexo y dinero. Mucho dinero.
Cuando leí la noticia en un diario digital el pasado 2 de octubre de 2015 pensé que lo escueto de la información y de datos contrastados podría ser debido a la premura por publicarla y que saldría algo más relacionado con la misma aparte de los datos que propagaron como un reguero de gasolina ardiendo todos los medios de comunicación. Datos idénticos en todos y cada uno de los medios que convirtieron en viral una noticia sin fundamento.

Algunos de los titulares que los medios extranjeros y españoles se apresuraron a publicar decían lo siguiente:

-  "Despiden de forma fulminante a una azafata por acostarse con pasajeros en pleno vuelo"

- "La protagonista del escándalo aprovechaba las travesías de larga distancia para cobrar a sus clientes casi 2.000 euros por un "servicio especial en el vuelo".

- "...lo que no debió valorar es que acabaría costándole el puesto. Y es que, cuando la compañía aérea para la que trabajaba - solo ha trascendido que es una aerolínea de Arabia Saudí - tuvo constancia de que su empleada estaba ganando cerca de 900.000 euros al año por mantener relaciones sexuales con los pasajeros, decidió despedirla de forma fulminante."

- "...el jugoso negocio fue descubierto cuando la azafata mantenía sexo con uno de sus clientes en los servicios de un avión. Ahora no solo ha perdido su empleo, sino que las autoridades sauditas podrían expulsarla del propio país, según informa el "Daily Mail".


Y así un laaargo etcétera. Lo que resulta - como poco - llamativo es lo surrealista de una "noticia" en la que no dicen el nombre de la azafata, ni su procedencia (país, estado, provincia), ni la aerolínea para la que trabaja, ni si le gusta más la fresa que la nata, si es alta, baja o rubia; si contactaba con sus clientes por internet, por teléfono o mediante señales de humo; si tenía un/a cómplice, si el sobrecargo - que supuestamente la pilló in fraganti con su cliente - se quedó mirando,  cerró la puerta o se desmayó. No se sabe si su cliente estaba casado, cansado, si vestía  de manera casual,  con chaqueta y corbata, si llevaba calcetines de ejecutivo, una chilaba o un casco de minero. No se sabe. 

Han pasado más de 5 meses y nada se ha vuelto a saber de la misteriosa azafata- fantasma que ganaba un montón de pasta manteniendo sexo con-sentido con los pasajeros. Nunca más se supo de una noticia machista que encubre un terrorismo que sólo en España ha matado a más mujeres que el terrorismo político. Da para pensar. Es sólo la punta del iceberg. No se sabe cuántas mujeres sufren violencia física o psicológica cada día, ni cuántas más morirán bajo el manto de una igualdad inexistente en un mundo supuestamente moderno que no solo  alienta, sino que difunde mundialmente noticias-mentira como la de una azafata que no puso en peligro a nadie, ni estrelló el avión porque le dio el siroco, ni robó, asesinó o echó un mal de ojo al pasaje, sino que ganó mucho dinero por acostarse  - supuestamente -  en el baño de un avión fantasma con pasajeros sin nombres ni apellidos.
Lo que prevalece en el fondo y en la forma de una ficción convertida en noticia es que su protagonista es mujer. Suficiente como para "alertar" a las masas de una oveja descarriada e inexistente a la que de paso se lapida subliminal y verbalmente y se muestra ante la sociedad como el ejemplo de lo que NO tiene que hacer una mujer: ser azafata, viajar, conocer gente y ganar mucha pasta. Y pasándolo bien, oiga.
Vaya... pero si es lo mismito que yo soñaba de chica con  ser de mayor.
Y luego nos quejamos del terrorismo,ese terrorismo que comienza en muchos, muchísimos hogares, solapado bajo un machismo insertado perfectamente en la sociedad como lo están la Televisión, la playesteichon, el WhatsApp, la corrupción, el desempleo, o el notengowifi, es un suponer.
Da para pensar: hagas lo que hagas si eres mujer, te desarrollas, creces como persona, tienes un trabajo que te gusta, ganas mucho dinero, viajas y haces lo que te pide el cuerpo con quien te da la gana, tienes todas las papeletas para que te maten o te coloquen automáticamente en el saco de las putas de altura. Y para muestra, un botón.