De vez en cuando una encuentra cosas preciosas en redes sociales-escaparate. Cosas como este texto de Manu Oliver. Maravillosa reflexión con la que más de uno se sentirá identificado. Un soplo de aire fresco en estos tiempos contaminados. El lugar perfecto donde espejearse, aprendiendo a sentir.
APRENDIENDO A SENTIR
"No llores" escuchaba desde niño...
"No estés triste... Tienes tantos motivos para estar contento"...
Como si fuera un asunto de motivos.
Me lo creí... y empecé a rechazar las emociones dolorosas.
Y se empezó a crear la coraza... a dormirse el corazón... a despertar la actitud razonable.
No se dice "No me gusta", escuchaba en la mesa... Y así seguía alejándome de mí.
"No grites"... "No te enfades"...
O "Que no te vean triste"... "Qué van a pensar si te ven serio"... "Sonríe"...
Y mi mente aprendía a calificar como malas o buenas según qué emociones.
Y mi personaje seguía formándose... aprendiendo a "sonreír" fuera lo que fuera lo que yo sintiese.
Y mientras, mi sensibilidad se iba embotellando en un recipiente que no la contenía.
Y surgió una tristeza de verdad... esa que uno vive alejado de lo que es...
Y se expresaba el tic, el cansancio, el enfado latente y contenido...
Y sí... mi personaje de buena persona era bien recibido... pero yo no era visto.
Hasta que empecé a escuchar sobre la posibilidad de abrirme a sentir lo que siento...
Y empecé a explorar... a darme permiso... a ponerme delante de esa emoción de la que huía, tapaba o proyectaba.
Y me adentré a sentirla... experimentando cómo era penetrable, sentible...
Experimentando liberación...
Aunque a veces parecía que me rompía... pero no era sino mi coraza la que la hacía.
Surgió la vulnerabilidad... Y la abracé.
Lloré... como nunca lo había hecho... en un llanto que llevaba años contenido...
Apareciendo heridas que aún estaban abiertas porque nunca fueron atendidas.
Y así fui mirando... escuchando... sintiendo...
Sanando... soltando...
Comprendiendo que no hay emociones buenas y malas...
Que todas ellas sólo piden espacio para ser recibidas y expresarse.
Así aprendí a darme permiso...
Y a dártelo a ti...
Porque entendí que si no soporto una emoción en ti es porque yo no la permito en mí.
Que si no te "veo" es porque no me "veo" a mí.
Y ahora sí... me reconozco.. y en ello puedo "verte".
Me vivo ligero, libre... humano... en una honestidad que abraza mi vulnerabilidad... que la hace vida y se vuelve bella.
Y esto mismo puedo ofrecerte....
Y podremos encontrarnos más allá de las máscaras... más acá en la vida.
Así que aquí estoy, sí...
Aprendiendo a sentir... y en ello a vivir.
(Del muro de Manu Oliver)
A los que encuentran, como Isabel. Bienvenidos. Abrazos...
"Este año que acaba de nacer me gusta mucho. Me resulta divertido, lo llamo veinte veinte a 2020. Lleva ceros, y de un tiempo a esta parte me pasa como con los ceros, pero con la palabra magia, que la tengo ahí como un runrún. Más que presentir, siento, que este recién estrenado año 2020 viene cargado de magia, de Magia Rosa, con todas las buenas vibraciones que para mí conlleva..."
Este es el comienzo de la entrada que colgué por aquí el 1 de enero del año en curso. Más que magia rosa y, visto lo visto, 2020 parece haber venido cargado de magia negra. No estuve muy fina con mi vaticinio. O sí. Todavía no ha acabado el año y nunca se sabe lo que puede ocurrir...
Curiosamente, el 22 de febrero de 2020, más o menos un mes y medio más tarde, colgué otra entrada que comenzaba de esta manera:
"Haciendo limpieza en mi pc he encontrado este artículo. Creo es de un blog que se llama “Vigo”; de su autor/a solo se especifican las iniciales I.G.P. y se publicó el 19 de agosto de 2015. Han pasado 5 años pero es como si recién hubiera salido del horno. A veces, cuando comento con alguien que soy el blanco de conductas machistas procedentes tanto de hombres como de mujeres por elegir/ser una mujer sola desde hace más de 10 años, me miran como si acabara de bajarme de una nave espacial. Tras releer este artículo, que no recordaba, siento, sé, que hay muchas mujeres como yo. Igual de extraterrestres, raras o defectuosas por preferir la soledad, al menos, hasta que llegue alguien que merezca nuestra compañía. De la misma forma que no se hizo la miel para la boca del asno, cambiar la soledad por el mero hecho de no estar solo es, en mi opinión, una soberana necedad alimentada por el miedo de no encajar en los estereotipos de una sociedad ovejil que rechaza, cuestiona, o destierra a cualquiera que no se mueva en grupo por sistema. Pocas cosas generan tanto miedo como el miedo a esa gran Maestra que es la soledad."
La entrada se llama "La soledad". Cuando la escribí poco o nada podía imaginar que unos días más tarde viviría, viviríamos, un hecho insólito hasta el momento: la cuarentena de la población de un país entero debido a una pandemia, epidemia, o como quiera que se llame, a nivel mundial, y que la soledad sería, para bien y para mal, la protagonista por excelencia de la película de ciencia ficción que el planeta está viviendo en primera persona.
Cuando comenzó el aislamiento escuché a alguien decir que esta situación sacaría lo mejor del ser humano, pero mucho me temo que tuvo el mismo tino que yo cuando auguré que 2020 sería un año cargado de magia rosa. No solo no ha sacado lo mejor del ser humano, al menos en general, sino que está siendo un escenario por el que está desfilando todo tipo de cochambre. Y no solo política, que los políticos son muy socorridos para volcar culpas, sino de personas anónimas que están dejando al descubierto, si acaso no era evidente, la verdadera pasta de la que están hechas.
En mi soledad he visto cosas muy claras que no son verdad. Como que hasta hace poco sobrevaloraba la amistad con la desacertada creencia de que algunas personas compartían la premisa de que amigo es familia, de la misma manera que lo es un perro, un gato, un vecino, o cualquiera que no comparta con uno ADN pero sí intereses como el cariño, la lealtad, el cuidado, o el tener en cuenta, por ejemplo.
Afortunadamente la amistad de algunas personas es de las pocas cosas que tenía sobrevalorada, después del trabajo personal emprendido de unos años a esta parte, que no acaba nunca, y en el que el desapego es una asignatura clave para la evolución; aunque debo admitir que desde hace mucho hasta ahora aparecen desconocidos que son como ángeles, aparecen y desaparecen para dejar sitio a otros, y así sucesivamente.
Hoy ya es mi cumpleaños. Tal día como este recién estrenado 2 de octubre llegué al mundo hace unos cuantos años. Si algo he aprendido desde entonces hasta llegar a estos momentos de incertidumbre generalizada, es que nacemos solos, morimos solos, y que todo lo demás es un regalo. Que la soledad también es un regalo, que para apreciarla se requiere mucho entrenamiento, y que las personas que hemos llegado a este nivel de comprensión somos regalos dignos de ser amados.
Bueno... y que hoy no es un día cualquiera, que hoy es un Día de mi Vida.
Es
media noche. Me voy a la cama. Hace un calor insufrible. Pongo el ventilador
junto al ventanal para que remueva el aireoloquesea. Me gusta mi cuarto; es
espartano, alegre y coqueto. Apilados sobre la mesita de noche me esperan
ilusionados por contar su historia, cinco títulos de cinco escritores. Dos de
esos libros me los han dedicado en persona sus respectivos creadores. Otro, ya me
gustaría, siquiera, conocer a su autor. Con los dos que faltan para completar el quinteto tendría un serio
problema si me los hubieran dedicado. No
tengo claro con cual de ellos dormiré esta noche. “La conjura de los necios”
lleva en mi mesita más años de los que tiene mi perro. Ya no me siento culpable
por no haberlo acabado, la culpa es de la editorial por imprimirlo con esas
letras como puntas de alfiler que, cuando llevo leídas tres páginas, propician que
me duerma de pura fatiga, aunque con una sonrisa; se ha convertido en una especie
de libro-pareja, con la diferencia de que él siempre está ahí, como mi perro.
Otro candidato a ser acariciado por mis ojos esta noche ardiente (y no de
pasión, precisamente) es “Hojas de hierba”, aunque me temo que esta noche no
tengo el chichi para Walt Whitman, por mucho que el libro esté casi
acabado. En “A propósito de nada” he buceado por sus primeras 20 páginas. Lo
que llevo leído me parece brillante, como su autor. Mi relación con Woody Allen
empezó cuando yo tenía catorce años; que cada uno interprete lo que le plazca. Luego
está “El cerdo”, de Juan Manuel Sainz Peña. Con sus comillas y su coma. He
leído casi la mitad. Juan Manuel me lo regaló y dedicó en persona - todo un detalle por su parte - por un
extraño sueño que tuve. El recién llegado a mi
mesita de noche es “El sueño de la sardina” de mi amigo Evaristo Montaño Corral. “Para mi amiga Amanda. Estos son mis
sueños de día y mis sueños de noche. Espero que te gusten estas locuras… Y que
el próximo sea el tuyo”, reza en la segunda página, justo debajo de su nombre,
sobre el que descansa el título. Ojalá el próximo sea el mío, Evaristo; con un poco de ayuda lo acabaría en un pispás. Todo se andará.
El
caso es que esta noche, además de calor tengo hambre. Un apetito atrasado y voraz de besos, de abrazos, de risas. De todo junto. Tras un breve barrido
visual sobre la pila de libros me decanto por “El sueño de la sardina”. Mi
amigo Evaristo es un tipo bastante
peculiar, además de un misántropo de nacimiento, convencido, empedernido y
recalcitrante, como el burro que fue en una vida anterior. Nada que ver
conmigo. Mi misantropía, todavía incipiente, viene a ser el resultado de lidiar durante años con una
fauna humana que no me ha dejado otra alternativa, y que se afianza conforme se
van sucediendo los años y los acontecimientos que contemplo cada día,
ojiplática. Además, su libro es pequeño, ligero, y está formado por una serie
de relatos cortos y con letras grandes. Justo lo que necesito.
Está
decidido. Abro el libro. Sonrío mientras leo el “Prólogo al osado lector”, y
también durante “Autorretrato”. No puedo parar de leer; es lo que
tienen los libros de letras grandes: además de entretenidos no te tumba el
agotamiento por descifrar letras diminutas. Dos relatos cortos más tarde me
adentro en “Diletantes, domingueros, paseantes, elucubraciones playeras”. Y
entonces lo veo. Y suelto una carcajada. Y luego otra, y otra. Me meo. La risa continua
durante las seis páginas del relato. Qué bien sienta reírse, me digo. Después
de dar buena cuenta de cinco o seis relatitos más, justo cuando estoy a punto
de aparcar el libro para adentrarme en el mundo de los sueños con el regusto de
unas buenas risas, llego hasta “El misántropo porculero”. La palabra mágica.
Decido dar cuenta de las dos páginas que dura y así poner el broche a esta
noche en la que, sin comerlo ni beberlo, me he encontrado con un librito que contiene
dos capítulos como un combinado de “Wilt” (Tom Sharpe), el propio personaje de “Ignatius”
(Jonh Kennedy Toole), Eduardo Mendoza y, por qué no, el mismísimo Woody Allen. Qué
pechá de reír…
Me
apetece compartir este capítulo especialmente. Qué bueno la gente que escribe
sin miedo, que no tiene miedo a escribir, miedo a SER, miedo al qué dirán, qué bueno la gente que no escribe para gustar sino por el placer de escribir. Qué bueno, en definitiva, encontrarse de
vez en cuando con misántropos como Evaristo. Después de este pensamiento,
dejo el librito encima del resto, apago la luz, y cierro los ojos, feliz porque
todavía me queda la mitad, y porque mi hambre de risa se ha visto saciada. Los abrazos y los besos, llegarán.
EL
MISÁNTROPO PORCULERO
La
humanidad es detestable. Un rebaño de borregos sin libre albedrío. Los odio.
Cuando era más joven, más tímido y menos sabio expresaba mi misantropía de
maneral sutil: arañaba con el tenedor el plato sin querer-queriendo en los
restaurantes, o con la uña mientras escribía en la pizarra del colegio. Conectaba
durante solo tres segundos a todo volumen y a altas horas de la madrugada el
equipo de música, no cedía el asiento a los jubilados ni a las embarazadas en
el autobús, me limpiaba cuidadosamente los dientes en los bares con un palillo
y luego volvía a introducirlo en su correspondiente cajita y, sobre todo,
disfrutaba enormemente chupando limones delante de los cornetas de las bandas
de la Semana Santa. Estas y otras inocentes maniobras me provocaban un
agradable regustillo de satisfacción. Ahora, descargo mi frustración contra
ellos de otra manera, de forma más reconcentrada, pero igual de sibilina: no
tengo la más mínima habilidad musical, pero me encanta tocar el acordeón. Como
ya se podrá figurar, estúpido lector, cuando lo toco es como si hubiera metido
dentro del instrumento un gato y lo estuviera estrujando mal acompasadamente.
Por eso, las mañanitas de domingo, cojo mi arma de destrucción masiva y voy por
las terrazas de los bares de moda regalando “música” por doquier. Cuando veo
que a alguien le molesta especialmente, me acerco e intento hacerlo lo mejor
que puedo (un sonido verdaderamente horrible). La primera persona agredida
intenta con amabilidad darme dinero para que me vaya con la música- o lo que sea –a otra parte, pero yo, con gentiliza, se lo
rechazo y le digo con gesto ofendido: “gracias, señor, pero no me interesa el
dinero, mi arte es puro y gratuito”. Y allí me quedo, perpetrando un rato más
hasta que noto ese punto en el individuo en que de la desesperación se pasa a
la agresividad. Entonces con un “muchas gracias por su atención” me voy y elijo
a mi próxima víctima. Que os jodan. Voveré.
El Diario de Amanda Flores. Todos los derechos reservados.All rights reserved.
Con todos mis respetos, insisto, con
todos mis respetos, ya que hace cosa de un año hubo quien se sintió aludido/a y
ofendido/a por una opinión, forma de pensar o dolor que expresé en una red
social cuando falleció una compañera de colegio de la niñez, después de
lucharlo mucho con el cáncer. Pasó que, en una página que creé en Facebook para esas antiguas
compañeras con el fin de reunirnos algún día (y que no tuvo mayor
trascendencia), durante el tiempo que duró mi larguísima
convalecencia-confinamiento, algunas se limitaron a poner un "D.E.P."
cuando leyeron que esa compañera, esa persona con la que habían crecido, había pasado por
semejante trance y terminado su ciclo vital. Se me ocurrió, por aquello de
la desmesurada empatía que manejamos algunos, que era yo la que se había ido a criar
malvas y que era a mí a quien dedicaron el socorrido "Descanse en paz" y
punto, mientras, quién sabe, leían las notificaciones de Facebook, en el curro, cagando,
comiendo, o charlando con cualquiera de cosas banales, personas
con las que había crecido y compartido ese pilar tan importante como es la
niñez y adolescencia. Manifesté mi contrariedad aduciendo que me parecía de poca sensibilidad
poner un "D.E.P." a secas en una red social como despedida de, no solo
una compañera de juegos, estudios o "fechorías" en aquel colegio de
monjas, sino de alguien que pasó por una experiencia inenarrable como la que
supone padecer y, digo bien, "padecer" cáncer. Hubo quien se molestó
tanto porque expresé mi sentir que, después de décadas de lo que yo creía
amistad, dejó de hablarme y hasta hoy; no me aceptaba tal y como soy, y a estas alturas de
la película vivir en coherencia conmigo misma es
innegociable para mí. Allá cada uno con su manera de pensar, yo sigo siendo fiel a
la mía. Como decía al principio, con todos mis respetos, insisto, "con todos mis respetos" por si alguien se me ofende, he visto
aparecer en Facebook después de una tregua temporal de lazos rosa o copia y pega
referidos al cáncer, un texto que dice
lo siguiente:
"La
mayoría no, pero mi Familia y mis verdaderos Amigos lo harán. En honor a
alguien que lucha contra el Cáncer o al que perdió la batalla . . 🎗️
Copia &
Pega 💛"
Lo he visto
en el muro de personas a las que profeso un profundo cariño, bellísimas personas
que, de una u otra forma, han estado junto a quienes han vivido la experiencia
del cáncer. También lo he visto en el muro de otras personas que, en lo que a
mí respecta, más allá de dedicarme algún florido comentario - en algún post que colgué durante mi proceso - como si hubieran estado conmigo a pie de cama, jamás se preocuparon, visitaron u ofrecieron
su compañía, ni siquiera telefónicamente, cuando tanto lo necesité. Desde aquí
les doy las gracias porque eso me ayudó a conocerlas mejor y a reconocer el favor que me hizo su no presencia.
En las últimas semanas, casi a diario, han fallecido algunas personas, conocidas o anónimas, que no han logrado superar al bicho... Ojalá no me
afectara tanto, pero me afecta profundamente ver cómo se van quedando por el camino y
estoy muy sensible y preocupada con este tema, sobre todo, por la situación
novedosa que estamos viviendo con el covid-19, en la que están tratando telemáticamente situaciones que, a mi modo de entender, deberían ser
presenciales y, que mucho me temo, van a dejar más víctimas por el camino que
el propio virus. Yo creo que no se puede o no se debe hacer una revisión por teléfono a un paciente que ha tenido cáncer, o un problema de vesícula,
digestivo, ginecológico o de próstata, es un suponer. Hay cosas que, en mi
humilde opinión, merecen ser tratadas in situ pero, sobre todo, ser tratadas
con un mínimo de respeto. Como el cáncer. A algunas personas que ponen en sus
muros de Facebook textos tipo:
"La mayoría no,
pero mi Familia y mis verdaderos amigos lo harán. En honor a alguien que lucha
contra el Cáncer o al que perdió la batalla... (lacito rosa) Copia y pega
(corazón amarillo)"
me gustaría
decirles que la familia son los verdaderos amigos, los que sín ningún tipo de vínculo de sangre están a tu lado, los que te aceptan como eres
y a pesar de cómo eres, los que no copian y pegan un texto en una red social,
sino que te dedican el tiempo que pueden cuando más lo necesitas, los que te
ayudan de verdad, en secreto, sin tanto bombo... También me gustaría decirles
que no solo existen quienes están luchando contra el cáncer o quienes han
perdido la batalla, sino que existimos los que hemos sobrevivido, algunos,
contra todo pronóstico, y que me parece una tremenda falta de respeto la
ligereza con la que muchos (ojo, no todos) se toman el tema del cáncer y
"su manera de ayudar" al respecto.
Aprovecho
para enviar un fuerte abrazo a los que nos queremos y
respetamos tal y como somos.
La foto de
la cabecera se la dedico especialmente a quienes están atravesando por la
experiencia del cáncer. No tenéis que alcanzar las expectativas del resto, ni
mostraros fuertes, débiles, felices, tristes o de cualquier otra manera. No
tenéis que demostrar nada a nadie, solo cuidaros mucho y dejaros guiar por
vuestra intuición y vuestro corazón. Ellos nunca se equivocan. Y a los que os
dicen lo que tenéis que hacer como si fueran expertos en el tema, les podéis sugerir, a propósito del cáncer, que no digan, que hagan. Y sobre todo, que no den pasos, sino que dejen huella.
Salud
y Suerte 😉 El Diario de Amanda Flores. Todos los derechos reservados.All rights reserved. Tema Sencillo. Con la tecnología de Blogger.
Hoy
es 21 de marzo. Hace justo una semana que el presidente del gobierno decretó el
estado de alarma en España. Esta mañana, de vuelta de la farmacia, he reparado que
la papelería de enfrente estaba abierta. También la panadería de la esquina. Hasta
hoy no me había percatado. Algunas mañanas recorro los 300 metros desde casa hasta
la farmacia, el límite invisible que me he autoimpuesto; el tiempo justo
para que mi perrito haga sus cosas y volver a casa rápidamente. Hago malabares para no tocar la puerta de entrada del edificio, ni el ascensor, ni
nada, aunque llevo puestos guantes y mascarilla. Los guantes me los ha regalado una
Amiga. Las mascarillas las tenía desde hace un lustro, donde
las medicinas, de cuando me las daban en el hospital
durante mi proceso de cáncer y neutropenia. Quedaban tres en la caja. Una buena
amiga me compra alguna vez alguna cosilla en el súper mercado. También se han
ofrecido otras personas a comprar algo si lo necesito. Entre todos nos ayudamos
como podemos. De eso se trata.
Esta situación de “confinamiento” no es nueva para mí, excepto porque ahora tengo un compañerito de camino y mi
vida no pende de un hilo (o puede que sí, visto lo visto). En 2013 estuve
“confinada” entre mi casa y el hospital; lo peor duró casi dos años. Desde
entonces me he quedado con lo mejor de lo que había y con lo bueno que va
apareciendo. Ahora soy más feliz, quizás, porque lo primero que aprendí durante
mi anterior aislamiento es que la muerte forma parte de la vida, y también,
porque se me ha dado la oportunidad de tomar consciencia de la mala y de la
buena gente.
Hoy tengo los sentimientos a flor de piel. De regreso de la farmacia con mi perrito
paso por delante de la papelería, saludo a su propietaria y le doy las Gracias
por estar ahí. También paso por la
panadería y, desde fuera, le digo a su propietaria que Gracias por estar ahí. Ella me regala una sonrisa y un “hacemos lo
que podemos”. En ese punto no puedo evitar emocionarme y, al despedirme de
ella, ya llevo las gafas empañadas, la mascarilla empapada de lágrimas que no
puedo secar, y democos que no puedo
limpiar porque en una mano enguantada llevo al perro, y en la otra, la compra
de la farmacia, así que cuando le digo Graciaspor tu trabajo a la empleada de
correos que pasa por la acera a un metro de mí empujando su carrito, mi
aspecto debe de ser bastante lamentable, la verdad, y el llanto, incontenible,
me hace resoplar dentro de la mascarilla - como si estuviera hiperventilando - empapada de lágrimas, mocos y de la humedad del vaho de las gafas
que descansan sobre mi hocico tapado con el antifaz quirúrgico. Un poema.
Lo que empezó en China, eso que veíamos tan
lejano como China, ya está aquí, y se está llevando por delante a miles de personas
en todo el mundo. Tengo mis dudas sobre si esta experiencia hará despertar a más de uno ya que la gente
tiene un ansia muy grande de pasar el tiempo haciendo cosas sin parar, como si
no se enteraran de que hacer nada también es hacer algo. A lo mejor este
confinamiento nos lo ha impuesto el Universo para, justamente, PARAR. Parece
que nos está diciendo: A ver, ahora,
todos separados, a distancia, cada uno a su casa. Nada de salir, ni de
reuniones, ni de besos ni de abrazos, nada de relacionarse… Chispa más o menos
lo que la mayoría de la sociedad viene haciendo con una tecnología ab-usada que en vez de unir nos ha separado tanto... Hoy estoy muy triste. Por todo lo que esta situación
conlleva y por la impotencia que está generando en muchas personas. Por muchos motivos: falta de material sanitario, no poder despedir a sus muertos,
gente dependiente sola…
No veas los memes sobre el coronavirus y las risas que
nos echábamos al principio; que si jijí, que si jojó, cuando nadie podía ni
imaginar que nos enfrentábamos a una pandemia como en las películas de ciencia
ficción, solo que ahora es real. Algunos chistes en su justa medida tienen
gracia. Hasta que el gracioso de turno no solo obvia lo que ocurre, sino que se
vuelve cansino por sumal gusto. A una
conocida que vive fuera de España la tuve que frenar el día 13 de marzo
enviándole dos mensajes de audio, con tos incluida, y con fotografías y enlaces de periódicos locales donde le daba toda suerte de detalles de lo que estaba pasando
aquí. Al día siguiente,
el día 14, volvió a enviarme otro WhatsApp innecesario y, con mucha delicadeza, le
contesté con otro mensaje que retrataba la cruda realidad del lugar donde nació
y del que emigró hace años. Me respondió con un enlace de Jesús Candel,
Spiriman, como si hubiera descubierto América, y a partir de ahí decidí ignorarla. En realidad era con su marido con quien intercambiaba impresiones
alguna vez a través de su blog, que es un blog familiar (son una
pareja que carece de entidad propia como individuos). Dejé de leer las crónicas
blogueras del que yo creía amigo, porque además de criticar a pico y pala lo
que estaba pasando en España durante la crisis, llegando a veces al
ensañamiento, colgaban videos que me parecían bastante chorras: el restaurante
donde estaban cenando y brindando (siempre con el mismo registro), el video de la reforma, paso a paso, de su
casa, el día que probaron su nuevo dron, su cocina de diseño, y cosas asín de transcendentales. Respeto la vida de cada sujeto, allá cada uno con lo que cuelga,
por eso no dejaba de tenerle cierta consideración por su trayectoria
profesional en la medicina. Pero estas situaciones sacan lo mejor y lo peor de
las personas. Y ahora que lo pienso también sacan su lado oculto. El mismo que tratan de disimular detrás de una vida- escaparate. En estas situaciones, patinan, y dejan al descubierto lo que
realmente son. No sé, no le veía como a otros médicos. En general, siento una
profunda admiración por ese oficio, pero por aquí me he encontrado a pocos de
ese gremio ataviados con vaqueros rotos desgastados y piercings en las orejas
como gasta él. El disfraz perfecto para un aburguesado rojo de salón, resentido con el país del que emigró y en el que le gustaría vivir con el nivel
de vida que tiene en su actual patria, que exhibe a todo el mundo
como ejemplo de sociedad perfecta. Lástima que no tenga nuestro sol, nuestra
luz, ni nuestra chispa, será por eso que en cuanto tienen una semana de vacaciones se
vienen para acá como cohetes, con sus modelitos y aparejos de paddel, y su agenda compartida repleta de citas deportivas en clubes elitistas acorde con sus gustos de nuevos ricos que aparentan ser gente normal.
El
caso es que el día 21 de marzo, cuando comencé a escribir esta entrada (interrumpida
hasta ahora por mi salud), recibo un tempranero mensaje de Whatsapp.
Lo miro y lo envía el conocido de hace 40 años, el mismo que emigró de España
hace más de diez. Hace mucho que no recibo noticias de él (de su mujer sí, hasta que le puse el freno). No dice nada; ni buenos días, sigues con tos, cómo
lo llevas, o por ahí te pudras. Nada. Solo un video. Lo pongo, y en el video
aparece con subtítulos en español el discurso que el rey de Holanda
ha enviado a sus súbditos, entre los que tienen el orgullo de (querer) encontrarse
ellos. El discurso completo. Justo a los dos o tres días del discurso de
nuestro rey Felipe. Y yo, todavía tratando de encajar el momento coronavirus que vivimos y
respetando las opiniones ajenas, le respondo que buenos días, que qué tal, que
si bueno, nuestro rey no estuvo a la altura, que si en Madrid está el epicentro
de la pandemia, que si, que si… hasta que me percato de que, mejor que yo, que
nadie en España, sabe él lo que ocurre aquí, porque se pasa la vida indagando en lo que aquí acontece para poder meter la puya. A todo los whatsapps que le he enviado tras recibir su video solo responde “Besos”, y yo le
digo que me tengo que marchar a bajar a mi perrito. Entonces, sola en el
parque, sin coches, sin gente, con mascarilla, con guantes, y deseando que el
perro cague las tres veces que suele cagar y que mee todo lo que pueda, que
hasta la noche no vuelve a salir a hacer un pipí exprés, entonces, me da por
preguntarme, que en la situación tan indescriptible que estamos atravesando, qué cojones hace este tipo enviándome
ese video. No le encuentro sentido. Y cuando vuelvo a casa, al estilo que ellos usan, grabo por
primera vez un video que les envío y en donde les digo todo lo que pienso;
que no son mis amigos, que nunca lo han sido ni demostrado, que no merecen mi amistad, que aprovechen estos momentos
para hacer un ejercicio de introspección, a ser posible individualmente (no lo
creo posible), que a lo mejor se llevan una sorpresa con lo que encuentran, que solidaridad desde luego no, y
acabo llorando porque no entiendo como la gente puede ser tan poco solidaria ni
empática, por decirlo suavemente. Ya de noche se me ocurre la palabra RESENTIDO, e incluso llego a pensar en Metemierda. Pero la palabra clave la ha puesto hoy, 28 de Marzo (una semana después de comenzar a escribir esta entrada) Antonio Costa, primer
ministro de Portugal: RE-PUG-NAN-TE, así, silabeando la palabra, respondió al
primer ministro neerlandés por el comportamiento que ha tenido para con España,
haciendo leña del árbol caído, como si ellos fueran inmunes al coronavirus. En
vez de tacharnos de derrochones o manirrotos debería de tomar nota del
comportamiento que tiene España con sus mayores y aprender un poquito de eso y
de otras muchas cosas.
Qué
bien habéis aprendido de vuestra nueva patria aquello de “Donde fueres haz lo que vieres”. Me quedé corta en el video cuando
os llamé insolidarios. Menos mal que después de la repelente parrafada que me
escribiste (tipo plantilla de los
simposios de cinco estrellas a los que te invitan), en la que utilizando mi confianza como arma arrojadiza me invitaste a
que me fuera a mi psicólogo para que me diera un diagnóstico (¿?), me
dio tiempo, antes de bloquearte, a enviarte un Vete a cagar, que no llega al RE-PUG-NAN-TE de Antonio Costa pero
que me dejó como Dios. Vete a cagar. Que aquí andamos muy re-sentidos, pero de
sentir lo que está ocurriendo y de ver cómo se dejan la vida en ello los sanitarios, no de mala ostia ni resentimiento como el tuyo. Holanda no ingresará en hospitales ni a ancianos ni a débiles con coronavirus, eso dicen los diarios digitales, así que el cómputo de infectados, fallecidos, y altas será bastante diferente al de España, que sí atiende a personas mayores o vulnerables. Eso no nos hace peores ni mejores, pero tampoco la diana de ensañamientos. Ahora con quien hay que luchar es con el virus, luego, ya veremos. Esto es una carrera de fondo y por aquí estamos muy curtidos en infortunios. A lo mejor cuando todo acabe más de uno se lleva una sorpresa. Que Dios reparta suerte, sobre todo, a la gente mayor y débil de vuestra nueva patria. La van a necesitar. (A todas las enfermeras/os, auxiliares de clínica, personal de cocina, médicos, limpiadoras, celadores, carteros, cajeros y personal de supermercados, camioneros, agricultores, cuerpos de seguridad del estado, y a todas las personas que, en estos difíciles momentos, están trabajando dándolo todo por los demás. GRACIAS.
Haciendo limpieza en mi pc he
encontrado este artículo. Creo es de un blog que se llama “Vigo”; de su autor/a
solo se especifican las iniciales I.G.P. y se publicó el 19 de agosto de 2015.
Han pasado 5 años pero es como si recién hubiera salido del horno. A veces,
cuando comento con alguien que soy el blanco de conductas machistas procedentes
tanto de hombres como de mujeres por elegir/ser una mujer sola desde hace más
de 10 años, me miran como si acabara de bajarme de una nave espacial. Tras
releer este artículo, que no recordaba, siento, sé, que hay muchas mujeres como
yo. Igual de extraterrestres,
raras o defectuosas por preferir la soledad, al menos, hasta que
llegue alguien que merezca nuestra compañía. De la misma forma que no se hizo
la miel para la boca del asno, cambiar la soledad por el mero hecho de no estar
solo es, en mi opinión, una soberana necedad alimentada por el miedo de no
encajar en los estereotipos de una sociedad ovejil que rechaza, cuestiona, o
destierra a cualquiera que no se mueva en grupo por sistema. Pocas cosas
generan tanto miedo como el miedo a esa gran Maestra que es la soledad.
LA
SOLEDAD, por I.G.P (19 de agosto de 2015)
Un
comentario machista más entre los miles que se expresan a diario en la sociedad
en la que vivimos, la misma que se educa a las generaciones que se están
creciendo, y en la que la madre de Theron fue maltratada por el que fue su
marido, a quien mató en defensa propia cuando intentaba agredirlas a ella
y a su hija. Resulta que para mucha gente, muchísima más de la que
pensamos, ser una mujer “completa” implica estar emparejada y, por
supuesto, parir.
Charlize, aún encima de no tener pareja, no ha estado
embarazada, ya que su hijo es adoptado. No sé cómo se levanta cada mañana
y sale al mundo sin avergonzarse. Porque para ser una mujer “de verdad”
hay que ir a comer el domingo a casa de los suegros, hay que recordarle a
tu novio que se olvidó de comprar latas de zamburiñas cuando fue al súper,
hay que compartir hipoteca, hay que casarse porque lleváis nueve años juntos y
no sé a qué estáis esperando.
Hay que buscar a uno que tenga una posición económica desahogada
para que los vecinos de tus padres den el visto bueno, hay que subirse a
unos tacones de diez centímetros aunque él no se haya puesto una camisa
desde que hizo la comunión, hay que llevar el pubis depilado integralmente
porque en el porno que él consume está de moda esa estética, hay que estar
en una forma óptima porque si no se fijará en otras más jóvenes porque
todos sabemos que ellos no cumplen, rejuvenecen con el paso de los años.
Para ser una mujer “como debes” ponte en un escaparate, permite
que te miren y que te juzguen, sé servicial y dócil, complace. Renuncia a
tu carrera para que él triunfe en la suya, deja una relación sólo si
tienes asegurada la siguiente, dedica tu vida a preocuparte por los demás,
responsabilízate de tus hijos y luego de tus padres, da igual que tengas pareja
o hermanos varones con quien compartirla, échatela toda a tu espalda.
Luego, a los sesenta y pico, que el médico de cabecera te recete
ansiolíticos y sigue tirando.
Para ser la mujer “que la mayoría espera” ni se te ocurra
pararte a pensar qué quieres y qué no. No pases todo el tiempo que
necesites sola, ni vivas sola, ni viajes sola, ni vayas a un concierto
sola. No practiques sexo con quien te apetezca, ni te masturbes, ni le
expliques a tu amante qué, cómo y cuándo lo quieres. Deja de estudiar y de
leer hasta la extenuación.
Procura no pasarte de copas hasta las 8 de la mañana de un
sábado cualquiera. No mandes a la mierda cuando creas oportuno, ni digas
claro lo que opinas, ni contestes con un “a ti qué te importa” cuando te
pregunten si quieres ser madre. Regala explicaciones.
Para ser una “mujer” no te conozcas a ti misma, espera a que
venga un príncipe desteñido a rescatarte de tus inseguridades, escucha sin
inmutarte “pues aún tienes buen cuerpo para tu edad”, dicho por el doble
de David Gandy, por supuesto. Deja que tu pareja te recuerde que es más
inteligente que tú porque hace veinte años estudió no sé qué cosa
relacionada con informática, pero no tiene ni idea de quién fue Joseph L.
Mankiewicz, ni leyó un libro de ensayo y los Reyes Católicos le suenan a
personajes de «Juego de Tronos» porque él ve series, lo de ir al teatro ya
lo lleva peor.
No te valores como ser individual, ni asumas que naces y
mueres sola. Resulta que sólo cuando dedicas tiempo a formarte como
persona y a pensar por ti misma logras relacionarte con los demás, sean de
uno u otro género, de igual a igual. De esta forma, acabas por no permitir
ni una sola gilipollez como la que se dice sobre Theron.
Parece que ella es de esta opinión porque las mismas crónicas
cuentan que Sean Penn todavía espera una respuesta a su petición de perdón
después de serle infiel. Igual es que ella ha decidido no malgastar su
vida en aparentar y deja que las meadas fuera de tiesto de ese señor las
limpien otros. O él mismo. Aquí acaba este estupendo artículo, aunque, mucho me temo, que no termina la historia de la que habla. Tal vez algún día... Hasta pronto.
Todo kit de supervivencia debería
incluir la risa y también la música. Yo he llorado mucho. Luego me he reído
tanto como he llorado, por eso sigo viva. La felicidad coexiste con la
tristeza de la misma forma que la riqueza se da porque existe la pobreza. Tener sentido del humor es sinónimo de inteligencia. Las mentes más brillantes
se ríen. La risa puede ser un arma letal contra quienes te quieren ver llorar,
sobre todo, si tienes la habilidad de reírte haciendo lo que te sale del papo sin que tu opresor se dé ni cuenta. Y si
encima tienes el arte de hacer partícipe de tu pensamiento a quienes sienten como tú, la risa acaba convirtiéndose en la re- evolución
más potente.
Como ejemplo de mente Brillante se me ocurre el
de Luís García Berlanga (1921-2010). Películas como “Bienvenido Mr Marshall" (1952) premiada en el festival de Cannes, “Plácido” (1961) donde denuncia la
hipocresía social de la época y nominada al Oscar como película extranjera, o
mi favorita, “El verdugo” (1963), premio a la Crítica en el Festival de
Venecia, se saltaron, nunca mejor dicho, a la torera, la censura de la época
que nos tocó vivir en España durante cuarenta años de dictadura. “Calabuch”, “Todos
a la cárcel”, “La vaquilla” y muchas películas más que hicieron las delicias del
espectador se rodaron cuando finalizó la época de la censura. En el festival de
Karloy Vary, Luís García Berlanga fue premiado como uno de los diez cineastas más
relevantes del mundo. Berlanguiana hasta la médula, me quito el sombrero ante
el Genio que hizo reír a la manera de la época, haciendo pensar a unos pocos muchos, dando un baño de realidad, mordacidad, ternura y talento.
Sin armas, sin sangre, sin gritos, solo con la risa. La ironía puede llevar a
cabo el alzamiento de miles de almas haciéndolas pensar a través de mensajes
encriptados en la risa. Ya veremos lo que nos depara el 12 de junio de 2021,
fecha en la que se abrirá el legado que depositó el Genio Berlanga en la Caja de las
Letras del Instituto Cervantes (antigua cámara acorazada de la sede central del
Instituto).
Hace unas semanas un amigo virtual de la red social donde cuelgo mis ocurrencias y las entradas de mi blog, compartió un artículo que me atrapó. Se trataba de Chico
Buarque, nacido en Brasil el 19 de junio de 1944, al que solo conocía por su música
brasileña, de la que no entendía nada porque no sé portugués.
Había una canción especial para mí: “A pesar de Vocé” tenía la magia de atraparme y arrancarme emociones con las
que me ponía a bailar de puro placer en mi casa cuando nadie me veía… me
transportaba a playas de arena blanca y aguas turquesas donde yo bailaba al
ritmo del carnaval de Brasil, donde no existía la oscura realidad que me tocó
vivir durante muchos años hasta que dije BASTA. No entendía su letra, solo
sabía que escucharla me llenaba de alegría y, sobre todo, de ESPERANZA. El caso es que Chico Buarque no solo es cantante, sino poeta, guitarrista,
compositor, dramaturgo y novelista, al que en mayo de 2019 se le concedió el
premio Camoes. Buarque es uno de los más conocidos representantes de la llamada Música
Popular Brasileña con un bagaje de más de cinco décadas. Es escritor de
novelas, poesías, cuentos y obras de teatro. En casi todas las imágenes que he
visto de él, además de ser un bellezón, casi siempre sale sonriendo
con la boca y con sus ojos, tal vez, como un guiño de su militancia y
compromiso social desde el contenido de sus obras. Tras el golpe militar en
1964, Buarque escribía sobre la situación evitando la censura utilizando
analogías crípticas, juegos de palabras y su impresionante sonrisa. Fue
arrestado en 1968 por su militancia y exiliado un año más tarde. Regresó a
Brasil para continuar, desde su arte, su militancia contra la dictadura. Y fue
durante los 70 cuando escribió la canción que me alegraba y daba esperanza, aun
sin entenderla. “A pesar de Vocé” burló la censura y se convirtió en un himno
de las luchas contra el régimen. Después de vender más de 100.000 copias la canción fue censurada y las copias que quedaban, retiradas del mercado. Podría continuar
escribiendo durante horas sobre Chico Buarque y relatar todo el rosario de
premios que ha obtenido a lo largo de su trayectoria como artista y, sobre
todo, como persona, pero me quedo con que, por su alegría, inteligencia,
genialidad y brillantez fue capaz de llegar a las masas con una canción que
muestra lo terrible del estado totalitario de Brasil en esos años. Cuando todo
estaba prohibido, a la censura se le pasó prohibir esta canción porque no la
entendían. Dijo BASTA y fue un aliciente para su país. Todo, con una canción...
El Premio Camões que Buarque recibió el año pasado es
un premio instituido en 1989 por los gobiernos de Brasil y de Portugal. Es el
principal premio literario destinado a los autores que, por el conjunto de su
obra, hayan aportado al enriquecimiento del patrimonio literario y cultural de
la lengua portuguesa. La entrega del premio se alterna anualmente entre Brasil
y Portugal. Entre otras figuras destacadas que lo ganaron se encuentran los
escritores Jorge Amado y José Saramago.
Sí... yo le estoy muy agradecida a la risa. La risa me ha salvado la vida. Cuando
alcanzas la guapeza de convertir la tragedia en comedia, sin duda, se produce la Sanación. Hace unos días, en las noticias se informó del
asesinato de otra mujer a manos de su torturador secreto. Entre las virtudes de la víctima el locutor resaltaba que nunca denunció a su verdugo y que en sus redes
sociales ponía mensajes tipo llevar el sufrimiento en silencio como una
heroicidad. Debe ser porque vivimos en una sociedad hipócrita que se lleva las
manos a la cabeza mientras la gira hacia el otro lado. Pero lo que no se dice no
se sabe. No siempre se han tenido las “ventajas” de hoy en día para
denunciar cualquier tipo de maltrato o abuso de poder. A lo mejor no se
denuncia porque muchas de esas “ventajas” están maquilladas por un pseudo feminismo
que se abandera para ganar votos. Al final todo lo envuelve la política. A
veces, deberíamos recurrir a la lógica para comprender que nuestro miedo empodera al opresor. Callar, a menudo, no es algo meritorio. A veces hay demasiado miedo para tan poco peligro y, aunque guardar silencio en el momento
oportuno es una virtud, también hay que estar preparado para gritarle a los
cuatro vientos la verdad, y reírse en la cara del menda sin que ni siquiera se dé cuenta. Para eso tenemos grandes Maestros como B&B, (Berlanga y Buarque), es un suponer.
Más de uno se llevaría una sorpresa
de lo que se puede conseguir con reírse del miedo que trata de provocar un opresor, del tipo
que sea, porque de esa forma queda al descubierto su cobardía y salen a la luz pusilánimes, acomplejados, patanes, torpes, cornudos, ignorantes,
aprovechados, narcisistas, mentirosos compulsivos, estafadores, oscuros, grises, sin ingenio,
horteras, falsos, a los que desde hace tiempo solo se me ocurre calificar como “Bragas
Tristes”. Sí... yo hoy, más que nunca, le estoy muy agradecida a la risa. Ya no empleo
palabras mal sonantes para lo que no solo no vale la pena, sino que provoca la risa. A borbotones,
a carcajadas, por haber sobrevivido a tanta cochambre. A pesar de vocé, sigo
aquí. Que le den a todos los Bragas Tristes. Disfrazados, que
vegetan en vez de vivir, en este, ahora sí, maravilloso mundo. Gracias, amigo, por mostrarme en el artículo que colgaste, no solo la cara desconocida para mí de
Chico Buarque, sino que la canción que yo bailaba sin comprender el significado de
su letra es un himno a la Esperanza, la brillantez y a la alegría. Un himno que
hoy me apetece compartir con todo el mundo.
A PESAR DE
VOCÉ(A PESAR DE USTED)
Mañana va a ser otro día...
Hoy es usted el que manda, lo dijo, está dicho, es sin discusión, ¿no?
Toda mi gente hoy anda hablando bajito mirando el rincón, ¿vio?
Usted que inventó ese estado e inventó inventar toda la oscuridad
Usted que inventó el pecado, se olvidó de inventar el perdón.
A pesar de usted mañana ha de ser otro día
Yo quisiera saber dónde se va a esconder de esa enorme alegría
Cómo le va a prohibir a ese gallo insistir en cantar
Agua nueva brotando y la gente amándose sin parar
Cuando llegue ese momento, todo mi sufrimiento cobraré, seguro, lo juro
Todo ese amor reprimido, ese grito mordido, esa samba en lo oscuro.
Usted que inventó la tristeza, tenga hoy la fineza de desinventar
Usted va a pagar, doblemente pagada cada lágrima brotada desde mi penar.
A pesar de usted mañana ha de ser otro día
Todavía pago por ver el jardín florecer como usted no quería
Cuánto se va a amargar viendo el día asomar sin pedirle licencia
¡Cómo voy a reír! que ese día ha de venir antes de lo que usted piensa.
A pesar de usted mañana ha de ser otro día
Tendrá entonces que ver al día renacer derramando poesía
Cómo se va a explicar ver el cielo clarear de repente, impunemente
Cómo va a silenciar nuestro coro al cantarle bien de frente
A pesar de usted, mañana ha de ser otro día Usted va a quedar mal, sin poder deleitar... laraia lalala...
- Chico Buarque
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