sábado, 17 de octubre de 2020

"APRENDIENDO A SENTIR"

 


De vez en cuando una encuentra cosas preciosas en redes sociales-escaparate. Cosas como este texto de Manu Oliver. Maravillosa reflexión con la que más de uno se sentirá identificado. Un soplo de aire fresco en estos tiempos contaminados. El lugar perfecto donde espejearse, aprendiendo a sentir.


APRENDIENDO A SENTIR


"No llores" escuchaba desde niño...
"No estés triste... Tienes tantos motivos para estar contento"...
Como si fuera un asunto de motivos.
Me lo creí... y empecé a rechazar las emociones dolorosas.
Y se empezó a crear la coraza... a dormirse el corazón... a despertar la actitud razonable.
No se dice "No me gusta", escuchaba en la mesa... Y así seguía alejándome de mí.
"No grites"... "No te enfades"...
O "Que no te vean triste"... "Qué van a pensar si te ven serio"... "Sonríe"...
Y mi mente aprendía a calificar como malas o buenas según qué emociones.
Y mi personaje seguía formándose... aprendiendo a "sonreír" fuera lo que fuera lo que yo sintiese.
Y mientras, mi sensibilidad se iba embotellando en un recipiente que no la contenía.
Y surgió una tristeza de verdad... esa que uno vive alejado de lo que es...
Y se expresaba el tic, el cansancio, el enfado latente y contenido...
Y sí... mi personaje de buena persona era bien recibido... pero yo no era visto.
Hasta que empecé a escuchar sobre la posibilidad de abrirme a sentir lo que siento...
Y empecé a explorar... a darme permiso... a ponerme delante de esa emoción de la que huía, tapaba o proyectaba.
Y me adentré a sentirla... experimentando cómo era penetrable, sentible...
Experimentando liberación...
Aunque a veces parecía que me rompía... pero no era sino mi coraza la que la hacía.
Surgió la vulnerabilidad... Y la abracé.
Lloré... como nunca lo había hecho... en un llanto que llevaba años contenido...
Apareciendo heridas que aún estaban abiertas porque nunca fueron atendidas.
Y así fui mirando... escuchando... sintiendo...
Sanando... soltando...
Comprendiendo que no hay emociones buenas y malas...
Que todas ellas sólo piden espacio para ser recibidas y expresarse.
Así aprendí a darme permiso...
Y a dártelo a ti...
Porque entendí que si no soporto una emoción en ti es porque yo no la permito en mí.
Que si no te "veo" es porque no me "veo" a mí.
Y ahora sí... me reconozco.. y en ello puedo "verte".
Me vivo ligero, libre... humano... en una honestidad que abraza mi vulnerabilidad... que la hace vida y se vuelve bella.
Y esto mismo puedo ofrecerte....
Y podremos encontrarnos más allá de las máscaras... más acá en la vida.
Así que aquí estoy, sí...
Aprendiendo a sentir... y en ello a vivir.


(Del muro de Manu Oliver)

A los que encuentran, como Isabel. Bienvenidos. Abrazos...




viernes, 2 de octubre de 2020

HOY NO ES UN DÍA CUALQUIERA

 


"Este año que acaba de nacer me gusta mucho. Me resulta divertido, lo llamo veinte veinte a 2020. Lleva ceros, y de un tiempo a esta parte me pasa como con los ceros, pero con la palabra magia, que la tengo ahí como un runrún. Más que presentir, siento, que este recién estrenado año 2020 viene cargado de magia, de Magia Rosa, con todas las buenas vibraciones que para mí conlleva..."

Este es el comienzo de la entrada que colgué por aquí el 1 de enero del año en curso. Más que magia rosa y, visto lo visto, 2020 parece haber venido cargado de magia negra. No estuve muy fina con mi vaticinio. O sí. Todavía no ha acabado el año y nunca se sabe lo que puede ocurrir...

Curiosamente, el 22 de febrero de 2020, más o menos un mes y medio más tarde, colgué otra entrada que comenzaba de esta manera: 

"Haciendo limpieza en mi pc he encontrado este artículo. Creo es de un blog que se llama “Vigo”; de su autor/a solo se especifican las iniciales I.G.P. y se publicó el 19 de agosto de 2015. Han pasado 5 años pero es como si recién hubiera salido del horno. A veces, cuando comento con alguien que soy el blanco de conductas machistas procedentes tanto de hombres como de mujeres por elegir/ser una mujer sola desde hace más de 10 años, me miran como si acabara de bajarme de una nave espacial. Tras releer este artículo, que no recordaba, siento, sé, que hay muchas mujeres como yo. Igual de extraterrestres, raras o defectuosas por preferir la soledad, al menos, hasta que llegue alguien que merezca nuestra compañía. De la misma forma que no se hizo la miel para la boca del asno, cambiar la soledad por el mero hecho de no estar solo es, en mi opinión, una soberana necedad alimentada por el miedo de no encajar en los estereotipos de una sociedad ovejil que rechaza, cuestiona, o destierra a cualquiera que no se mueva en grupo por sistema. Pocas cosas generan tanto miedo como el miedo a esa gran Maestra que es la soledad."

La entrada se llama "La soledad". Cuando la escribí poco o nada podía imaginar que unos días más tarde viviría, viviríamos, un hecho insólito hasta el momento: la cuarentena de la población de un país entero debido a una pandemia, epidemia, o como quiera que se llame, a nivel mundial, y que la soledad sería, para bien y para mal, la protagonista por excelencia de la película de ciencia ficción que el planeta está viviendo en primera persona. 

 Cuando comenzó el aislamiento escuché a alguien decir que esta situación sacaría lo mejor del ser humano, pero mucho me temo que tuvo el mismo tino que yo cuando auguré que 2020 sería un año cargado de magia rosa. No solo no ha sacado lo mejor del ser humano, al menos en general, sino que está siendo un escenario por el que está desfilando todo tipo de cochambre. Y no solo política, que los políticos son muy socorridos para volcar culpas, sino de personas anónimas que están dejando al descubierto, si acaso no era evidente, la verdadera pasta de la que están hechas.

En mi soledad he visto cosas muy claras que no son verdad. Como que hasta hace poco sobrevaloraba la amistad con la desacertada creencia de que algunas personas compartían la premisa de que amigo es familia, de la misma manera que lo es un perro, un gato, un vecino, o cualquiera que no comparta con uno ADN pero sí intereses como el cariño, la lealtad, el cuidado, o el tener en cuenta, por ejemplo.

Afortunadamente la amistad de algunas personas es de las pocas cosas que tenía sobrevalorada, después del trabajo personal emprendido de unos años a esta parte, que no acaba nunca, y en el que el desapego es una asignatura clave para la evolución; aunque debo admitir que desde hace mucho hasta ahora aparecen desconocidos que son como ángeles, aparecen y desaparecen para dejar sitio a otros, y así sucesivamente.

 Hoy ya es mi cumpleaños. Tal día como este recién estrenado 2 de octubre llegué al mundo hace unos cuantos años. Si algo he aprendido desde entonces hasta llegar a estos momentos de incertidumbre generalizada, es que nacemos solos, morimos solos, y que todo lo demás es un regalo. Que la soledad también es un regalo, que para apreciarla se requiere mucho entrenamiento, y que las personas que hemos llegado a este nivel de comprensión somos regalos dignos de ser amados.

 Bueno... y que hoy no es un día cualquiera, que hoy es un Día de mi Vida.

Feliz cumplevida, Amanda...