A veces no todo es lo que parece. A veces,
cuando llegamos al lugar con el que hemos soñado tantísimo visitar nos
sentimos engañados por lo que encontramos. A veces, un palacio es
una cárcel y un apartamento de cincuenta metros es una ventana al cielo. A
veces, lo que parece un amigo oculta un interés. A veces, lo que aparenta
ser una persona sana es un ser profundamente enfermo y, por lo contrario,
alguien cuyo historial médico da miedo, goza de una salud envidiable. A veces,
detrás de una persona aparentemente sola se encuentra un alma que se ha
encontrado a sí misma y, en cambio, detrás de alguien que exhibe tener una
estupenda salud familiar y social, incluso con cientos de seguidores en Redes
Sociales, se oculta una persona tremendamente sola. A veces, detrás de una
persona rica hay alguien tan pobre que solo tiene dinero y detrás
de alguien que apenas sobrevive con sus ingresos se averigua a un millonario. A
veces, detrás de alguien que aparenta ser como una fortaleza inexpugnable se encuentra
una persona sencilla y agradecida. Por todo y con todos. A veces, el interior
de muchos triunfadores alberga seres ingratos con quienes le ayudaron de una u
otra forma a alcanzar el éxito. A veces, muchas veces, nada es lo que parece.
El "Descubrimiento semanal" del Spotify
se ha llenado de corazones y de canciones románticas. Se acerca el día de San Valentín.
Un año más en mi agenda no hay nada especial ese día en cuanto a enamoramiento
se refiere. Aun así hago cosas que se presuponen para parejas, como por
ejemplo, visitar Venecia. La inexperiencia
me llevó a ir a pasar un día de noviembre a un lugar en el que en invierno anochece a las cuatro de la tarde. Más que una excursión, corrí una
maratón detrás de una por entonces amiga que me llevó con la lengua fuera y que me colapsó de puro agotamiento, amén de tirar por tierra la estereotipada
imagen y la fantasía que albergaba mi imaginación de tan
exquisita ciudad. La vorágine de personas que impedían ver tanta belleza, la
desgana de los que trabajan por y para el turismo consumidos por el hartazgo de
ver a miles de personas todos los días, las tiendas de chinos por todas partes y la masificación en estado puro no
tenía nada que ver con la idea que yo guardaba en mi retina romántica.
A mí George Clooney nunca me gustó. No me van los guaperas y este parecía un calavera a todo tren. Por este prejuicio no me seducían sus películas. Pero con “Los hombres que miraban fijamente a las cabras” se me encendió la bombilla. Su papel parecía hecho a medida, no solo por su interpretación, sino porque al igual que el libro de Jon Ronson en el cual se inspira, la película de Grant Heslov además de estar basada en hechos reales es inteligente, divertida y con buen trasfondo.
El 7 de junio de 2018, George Clooney recibió el American Film Institute (AFI) Life
Achievement Award. Desde 1973 es
considerado como uno de los premios más importantes de la industria del cine. Clooney fue seleccionado para recibirlo por su
versatilidad y su liderazgo en la industria del cine, donde es la única
personalidad del mundo que ha conseguido ser nominado en seis categorías
distintas de los premios Oscar de la Academia (Mejor Película, Mejor Director,
Mejor Actor Secundario, Mejor Guión Original y Mejor Guión Adaptado). En 2005
ganó su primer Oscar como Mejor Actor de Reparto por Syriana, y en 2012 se llevó una segunda estatuilla como productor
de Argo. También ha sido nominado en
la categoría de Mejor Actor, Mejor Guión Adaptado y en las categorías de Mejor
Director y Mejor Guión original. Uno de los momentos más celebrados de la
ceremonia fue cuando su esposa, Amal Clooney habló de la admiración que siente
por su esposo. “A pesar de que la
modestia de George le atribuye a la suerte mucho del éxito que celebramos esta
noche, creo que su increíble talento y carácter lo trajeron hasta acá. Estos
atributos lo hacen un esposo y padre maravilloso”, dijo. También recordó a
modo de anécdota cómo se inició su romance y que después de cinco años casados el
amor que se profesan es el mismo que el del primer día. Al escuchar su
discurso, el actor soltó algunas lágrimas.
Ni que decir tiene que me hice fan del “Don Juan”. Y no solo por la cantidad de triunfos que ha cosechado durante su carrera profesional y por su solidaridad, politizada por algunos, sino porque es un Ser Agradecido. Me conquistó definitivamente tras “el detalle” que tuvo en 2013 con sus amigos. Un año muy especial para mí en el que los amigos, fundamentalmente, fueron también la diana de mi gratitud. Sí, las apariencias engañan, no todo es lo que parece. ¿Por qué no? A lo mejor detrás de la belleza de fábrica y la fama que adquiere una persona durante su vida todavía es posible descubrir compromiso y generosidad. La idea de que en esta vida vale la pena tener buenos amigos y de que todo el vínculo impalpable que desarrollo con los míos no es fruto de suplir cualquier carencia afectiva que menoscabe mi existencia, se materializó tras leer el artículo que explicaba la última ocurrencia del fascinante George Clooney.
“Oye, resérvate el 27 de septiembre de 2013 – comunicó el actor a cada uno de los 14 amigos íntimos que junto con él formaban su grupo de amigos, Los chicos – vendréis todos a cenar a mi casa”. Cuando los amigos llegaron a la cena, sobre las sillas de cada comensal había una bolsa de deportes negra. “Escuchad – soltó el anfitrión -, quiero que sepáis cuánto significáis para mí. Cuando llegué a Los Ángeles dormí en vuestros sofás. Soy muy afortunado en mi vida de teneros a todos y no podría estar donde estoy hoy sin todos vosotros. Por tanto, ha sido realmente importante para mí que, mientras sigamos juntos, os devuelva el favor. Así que quiero que abráis vuestras maletas”. Las abrieron y encontraron muchos billetes de 20 dólares que sumaban un millón. Cada uno de Los chicos recibió un millón de dólares. Todos quedaron en shock. ¿Cómo? ¿Qué es esto?, se preguntaban.
“Sé que todos hemos pasado por momentos difíciles, algunos aún estáis pasando por ello (algunos de sus amigos tenían trabajos temporales o más austeros con los que mantener a su familia. Uno estaba trabajando en un bar del aeropuerto de Texas, otro iba a trabajar todos los días con frío o lluvia, y todos se habían ocupado o le habían ayudado). No tenéis que preocuparos por vuestros hijos, por pagar la escuela ni la hipoteca – continuó - . He pagado los impuestos de todos, así que este millón de dólares es íntegramente para vosotros”. Rande, uno de Los chicos se negó a aceptar el regalo de su amigo, ya que él tenía una más que buena situación económica. “Si Rande no se lleva su millón de dólares, nadie lo hará”, concluyó el obsequioso celebrante. Así que Rande no tuvo más opción que aceptar. La fecha elegida para celebrar este acto no fue casual, ya que un año después, el 27 de septiembre de 2014, se casaba con Amal.
No sé si volveré a Venecia, aunque, por qué negarlo, me gustaría hacerlo de la mano de mi particular George Clooney y celebrar allí el día de San Valentín, aunque no sea catorce de febrero. El verdadero triunfo no se cuenta por los premios que tengas en tus estanterías o paredes, sino por la forma que tienes de compartirlo, celebrarlo y, sobre todo, de agradecerlo. Celebrar la vida, la persona que tienes al lado, los amigos. Agradecer todos los días. Y sobre todo, tener la osadía y la inteligencia suficientes como para no dejarnos arrastrar por las falsas apariencias. No sabemos lo que nos perdemos.
(George Clooney es conocido por ser uno de los artistas más comprometidos con las causas solidarias y sociales. Junto a su esposa Amal, creó en 2016 la Fundación Clooney para la Justicia, una organización para avanzar en la justicia en los tribunales, aulas y comunidades de todo el mundo. También ha realizado donaciones para combatir el racismo en Estados Unidos, o a UNICEF para lograr la escolarización en Líbano de los menores sirios).