domingo, 6 de enero de 2019

QUIERO SER COMO PAULO COELHO





El Derecho consuetudinario, también llamado usos y costumbres, es una fuente del derecho. Son normas jurídicas que no están escritas pero se cumplen porque en el tiempo se ha hecho costumbre cumplirlas. Esto quiere decir que se ha hecho uso de esa costumbre procedente de hechos que se han producido reiteradamente en el tiempo en un territorio concreto.

Últimamente, por falta de tiempo, cansancio, o tedio, no estoy muy al tanto de lo que se cuece en la sociedad. Ni siquiera en lo que al parte meteorológico se refiere. Aun así, y por aquello de que estamos bombardeados de “información” por todas partes, no he podido evitar observar una tendencia que se está convirtiendo en costumbre y que a este paso acabará convirtiéndose en parte de los usos y costumbres (de Derecho consuetudinario, mismamente), para una población completamente aborregada que se niega a despertar.
El caso es que parece que está de última colocar en la diana de la sátira, detracción y  reproche a un escritor que hace unos meses concedió una entrevista a una publicación más interesada, en mi humilde opinión, en ponerlo en la picota, que en hablar de “Hippie”, la última obra del autor septuagenario.

 De Paulo Coelho leí en su día El alquimista. También, Verónika decide morir y El demonio y la señorita Prim. Mi disco duro es bastante selectivo, hecho por el que me considero muy afortunada, dado el grado de estupidez con el que servidora se encuentra diariamente nada más abrir los ojitos con las claritas del día. El caso es que, debido a mi memoria de pez y a que tengo mejores cosas que hacer, no me voy a dedicar a hacer comentarios de texto sobre los libros que he leído o ha publicado el brasileño afincado en Suiza. Solo puedo decir que cuando leí algo de su obra, me sirvió. “Solo” eso.

 Me he tomado la molestia de indagar un poco sobre la trayectoria de este, según algunos: “Soberano gilipollas”, “Escritor favorito de las señoras”, “El 90% por ciento de las frases no son suyas, “Es un filósofo de pacotilla que escribe libros de autoayuda novelados para vender más; este tipo está muy lejos de acercarse a la Literatura”, del que muchos hablan con absoluta impunidad desde el desconocimiento. Una ignorancia  cimentada en  frases sacadas de contexto o en entrevistas que responden a determinadas tendencias políticas más que espirituales. Que lo espiritual, según parece, es cosa de cuatro colgados que se dedican a hacer coaching, Mind fullness, o yoga aeróbico, es un suponer. Yo conozco a mucho coaching de salón, de esos de haz lo que yo diga y no lo que yo haga, que solo buscan hacer caja.  También conozco a personas de muchos gremios que son unos embaucadores, farsantes y timadores. A saber: constructores, médicos, abogados, camareros y, por qué no, algunos de los que crees que son amigos, a quienes se les podrían atribuir los delitos que se le achacan al escritor. Pero es mucho mejor seguir al rebaño,  continuar con la mecha de la chispa prendida por cuatro gatos a los que ya les gustaría disfrutar de  la vida de la que goza el autor contra el que está de moda arremeter y que incluso tiene una página en una red social, llamada “Odio a Paulo Coelho”. De verdad que hay que estar majara. Pero es lo que conlleva ser libre para escribir lo que te dé la gana. Ser libre no es para cualquiera. Hay que ser valiente para quedar mal con mucha gente, despedirse de mucha gente y estar listo para ser odiado por mucha gente. Muchos de ellos licenciados en ignorancia, estigmatizados con la premisa de que para ser alguien hay que acumular conocimientos literarios, geográficos, paleontológicos, o conseguir un Nobel; gente que, simplemente, vive atormentada por la prosperidad ajena, eso que en el lenguaje del pueblo viene a  llamarse envidia. Envidia de alguien que tiene un currículum que ya quisiera para sí más de uno de los que le critican, insultan, y tratan a toda costa de denostarle.



Paulho Coelho nació el 24 de agosto de 1947 en Río de Janeiro. Cursó estudios en un colegio jesuita y desde muy joven manifestó su pasión por la literatura. Hasta 3 veces fue ingresado con 17 años para recibir terapias de electroshock en un centro psiquiátrico. A pesar de ello, siguió interesado no solo en la literatura sino en el teatro y la música. En los años 60 inició estudios de Derecho que nunca terminó; inmerso en el movimiento hippie a finales de los 60, sus inicios en el mundo de la cultura fueron en el teatro como autor y director. También compuso más de un centenar de canciones para ídolos de la música brasileña como Elis Regina y Raúl Seixas. Además trabajó como periodista y autor de obras para televisión. En 1970 realiza un viaje por México, Perú, Bolivia y Chile así como por Europa y el norte de África. En 1974 estuvo detenido en un centro militar de torturas por su simpatía con el movimiento de izquierda anticapitalista. Tras ser excarcelado se aparta del activismo político y se instala en Londres donde trabaja para discográficas como Polygram o CBS y también trata de dedicarse, sin demasiado éxito, a la literatura.
En 1988 descorcha su segundo libro” El Alquimista”. Y todo cambia. Fue primer best seller en una treintena de países. Vendió más de 10 millones de copias. “El demonio y la señorita Prym”, “Verónika decide morir”, “Once minutos”, son algunas de las obras que le siguen. Se calcula que ha vendido más de 140 millones de libros en más de 150 países y que ha sido traducido a 73 idiomas. A lo largo de su carrera ha recibido numerosos premios y galardones, como la Orden Francesa de las Artes y las Letras, la Legión de Honor, el Premio Flaiano, el Budapest o el Fregene. Desde 2002 es miembro 21  de la Academia Brasileña de las Letras. Es mensajero de la paz de la ONU. Durante los últimos años ha promovido el acceso libre a gran parte de su obra permitiendo la descarga gratuita de algunos de sus libros a través de su web. Coelho también fue nombrado Consejero Especial del programa de la Unesco “Convergencias espirituales y diálogos interculturales”. Miembro del Consejo del Centro “Simón Peres” para la Paz. También es miembro de la Fundación Lord Menuhin. En 2014 creó una fundación Paulo Coelho virtual pareja a la fundación física con sede en Ginebra. En lo personal, lleva 40 años junto a la misma mujer. Para no aburrir al personal voy a dejarlo ahí, aunque hay mucho más.

A pesar de todo su historial, el titular que aparece en la última entrevista que concedió a un conocido periódico, es: “Borra todo, no quiero hacer esta entrevista”. La susodicha, comienza así:

 “Hippie” es la vigésima novela de Paulo Coelho, publicada en España de la mano de la editorial Planeta. Para hablar de su último libro, el autor nos recibió al atardecer en su magnífica casa suiza, en la que ha fijado su residencia hace ocho años, al pie del lago Lehman, con espléndidas vistas a Los Alpes, en pleno corazón de Ginebra. Acompañados de su mujer, la artista plástica Christina Oiticica, y asistidos por un atento mayordomo, impecablemente trajeado, comenzamos nuestra conversación, agasajados por infinidad de variados y delicados dulces”.

En la entrevista también se le recuerda lo rico que es, su experiencia con las drogas y el lugar tan fantástico en donde vive. Con respecto a su currículum, debajo de una foto suya se puede leer: Paulo Coelho en su casa de Ginebra. Nacido en Río de Janeiro, antes vivió en Londres, donde comenzó a escribir en 1977.  Y fin de la biografía.
Que cada uno saque sus propias conclusiones. La persona que escribe no solo mecanografía un pensamiento: tiene el poder de hacer despertar a otras personas, y también tiene la influencia de confundirlas. Está bien escribir sobre lo que se conoce, eso que se viene a llamar la realidad de uno mismo. Es preocupante escribir sobre lo que no se ha experimentado, vivido y, sobre todo, criticar aquello que no se ha sentido. En estos tiempos donde la escritura emana, en muchos casos, de descarados copia y pega,  en estos tiempos donde todo es mentira, se me antoja una osadía criticar por criticar. El ataque de quienes lo están sojuzgando resulta bastante cantoso. Si no fuera porque estoy trabajándome el  no juzgar,  yo diría que se percibe cierto tufillo  de envidia por parte de quienes lo vienen vapuleando desde hace rato.

Como decía al principio, de un tiempo a esta parte, a pesar de estar un poco desconectada del  “mundo real”, me llama la atención la tendencia de tirar piedras, dardos y todo lo que se tercie contra el autor. Uno de los pecados que se le atribuyen es el de escribir libros de auto ayuda. Parece que los términos autoestima, autoayuda, o amor propio, están muy denostados últimamente. Por lo visto, la vida nos la tienen que solucionar los políticos,  nuestros padres, nuestros hijos, o el adiestrador de aves que nos traumatizó la niñez al confesarnos que los niños no vienen de París envueltos en un pañuelo atado en el pico de una cigüeña.  Ayudarse uno mismo (autoayuda), con amor propio (autoestima), no es cosa de débiles, sectarios, o modernillos de tres al cuarto, sino más bien de personas con un alto nivel de inteligencia emocional, que no tiene nada que ver con  exhibir al mundo lo listo que es uno por acumular conocimientos de otras personas, países, o planetas, por decir algo. Es preocupante; no veo arreglarse las vidas de los que critican a quienes gobiernan, y en cambio, sí que veo evolucionar a los que trabajaban por arreglarse, trabajarse o viajar hacia el interior de sí mismos.
Todo escritor es un invento de sí mismo, utilizando, muchas veces, las vivencias que ha experimentado en un momento dado o a lo largo de su vida. Cuando publique mi libro, me haga súper millonaria y disponga de mi dinero para hacer y hacerme bien, estaré encantada de estar en el centro de la diana de aquellos que no van a disfrutar de las bondades de tener una buena vida. Mi buena vida. Y no solo por el dinero, sino por el bienestar que proporciona saber que algo de lo que has escrito ha valido  para aportar sabiduría y servir de impulso para aquellos que están buscando el camino al despertar, y no para aburrir con aportaciones culturetas que se pueden encontrar en los libros o en la red.
Hay un pensamiento atribuido a Jackson Brown que dice:

“La envidia es el homenaje que la mediocridad le rinde al talento”. 

Sí, definitivamente, quiero ser como Paulo Coelho. Que ser rico no solo es una cuestión de dinero, que hay mucha pobreza mental y de espíritu en este mundo. Y para terminar, cómo no, una frase del protagonista de mi artículo. Quien, por cierto, si un día me lee y tiene a bien invitarme a su casa de Suiza frente al lago Lehman, estaré encantada de pasarme por allí y que su mayordomo, impecablemente trajeado, me agasaje con infinidad de variados y delicados dulces.
 Ahí va la frase:

 La violencia de la flecha dignifica el blanco. Muchas veces, en momentos en que me sentía juzgado con excesiva severidad por la crítica, me acordaba de esta frase.
-        Paulo Coelho

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