“Tras dos semanas indeseables por un brote muy duro de
fibromialgia que he pasado, hoy, por fin, parece que va remitiendo. Hoy el día
es verde, como mi rincón-vergel favorito. Feliz día.”
Ayer colgué ese escueto comunicado en Facebook. Ayer, saliéndome un
poco de mi norma, hice alusión a mi estado de salud en una red social. Más de dos semanas de indescriptible dolor y daños colaterales asociados (tristeza,
irritabilidad, sensación de sobrar en el mundo, desesperanza, movilidad
prácticamente nula, soledad…) dan tiempo para repensar que, lo que no se dice, no se sabe. Así, que decidí ponerlo en mi muro.
Decidí contarlo y, además, darle ese toque de esperanza y positivismo que me caracteriza.
Aunque parece ser que mostrarse positivo quita importancia o peso a una situación. Tras muchos días luchando por
mantener la cordura ante una realidad inexpresable, indefinible e insoportable, llego a
la conclusión de que “normalizarlo” hace un flaco favor. A mí y a las
personas que se encuentran en una situación similar. No es normal. No. Es
horrible. Indescriptible. Indeseable. Inexplicable. Tu cabeza tratando de poner
orden y calma en el caos de un cuerpo que parece barruntar las guerras internas
del país, fuegos, y el diluvio universal. No. No es normal. Por mucho que
familia o exloquesea lo hayan obviado, normalizado y hasta burlado de la
situación, no es normal. No. Es una putada.
Hoy, ayer, antié y el
otro también, todos los días, recibo, de cualquiera, un mensaje- cadena. De
esos del lacito rosa, lila o negro; de que pongas un corazón en tu muro para
que la gente se acuerde de quienes tienen cáncer, fibromialgia o almorranas. O todo junto, Hoy en concreto he recibido tres a través de mensaje privado de Fb.
Mi madre siempre me decía en su perfecto andaluz: “Hija mía, má vale una vé colorá que un
ciento amarilla”. Y le voy a hacer caso. Hoy ya no puedo más; que ya estoy en una edad en la que si me callo
me salen subtítulos. Que no quiero
mensajes cadena de lazos –de ningún color - ni de corazones, ni de copia y
pega. Algunos, incluso, incluyen
maldiciones por si paras o cortas la cadena. Que de verdad, cómo lo diría yo, no
sé, que no tiene una ya el coño pa ruidos. Que ya vale. Que ese tipo de mensaje
no sustituye una llamada de teléfono, o que te visiten cuando estás chunga. Que
eso no reemplaza un ¿Estás mejor?, ¿Cómo amaneciste?, o ¿Cómo te fue hoy? Que
no.
Que vale, que no lo expreso como Zygmunt Bauman, pero que lo
siento igual. Lo mismo. Zygmunt Bauman, sociólogo, filósofo y ensayista polaco
(1925-2017) dijo, entre otras muchas cosas, que las redes sociales son una
trampa.
Influenciado por Antonio Gramsci, sus investigaciones se centran en la estratificación
social. Planteó el concepto de “modernidad líquida” en 1999, una etapa en la
cual todo lo que era sólido se licuó, en la que “nuestros acuerdos son
temporales, pasajeros, válidos solo hasta nuevo aviso”.
El extracto que detallo a continuación pertenece a una
preciosa entrevista que concedió el año pasado, poco antes de morir.
PREGUNTA: Las
redes sociales han cambiado la forma en que la gente protesta, o la exigencia
de la transparencia. Usted es escéptico sobre ese “activismo de sofá” y subraya
que Internet también nos adormece con entretenimiento barato. En vez de un
instrumento revolucionario como las ven algunos, ¿las redes son el nuevo opio
del pueblo?
RESPUESTA: La
cuestión de la identidad ha sido transformada de algo que viene dado a una
tarea: tú tienes que crear tu propia comunidad. Pero no se crea una comunidad,
la tienes o no; lo que las redes sociales pueden crear es un sustituto. La
diferencia entre la comunidad y la red es que tú perteneces a la comunidad pero
la red te pertenece a ti. Puedes añadir amigos
puedes borrarlos, controlas a la gente con la que te relaciones. La
gente se siente un poco mejor porque la soledad es la gran amenaza en estos
tiempos de individualización. Pero en las redes es tan fácil añadir amigos o
borrarlos que no necesitas habilidades sociales. –estas las desarrollas cuando
estás en la calle, o vas a tu centro de trabajo, y te encuentras con gente con
las que tienes que tener una interacción razonable. Ahí tienes que enfrentarte
a las dificultades, involucrarte en un diálogo. El papa Francisco, que es un
gran hombre, al ser elegido dio su primera entrevista a Eugenio Scalfari, un
periodista italiano que es un autoproclamado ateísta. Fue una señal: el diálogo
real no es hablar con gente que piensa lo mismo que tú. Las redes sociales no
enseñan a dialogar porque es tan fácil evitar la controversia… Mucha gente usa
las redes sociales no para unir, no para ampliar sus horizontes, sino al
contrario, para encerrarse en lo que llamo zonas de confort, donde el único
sonido que oyen es el eco de su voz, donde lo único que ven son los reflejos de
su propia cara. Las redes son muy útiles, dan servicios muy placenteros pero
son una trampa.
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"Vivimos en un tiempo líquido que se escurre por las manos, un tiempo líquido en que nada es para persistir. No hay nada tan intenso que consiga permanecer y convertirse verdaderamente necesario. Todo es transitorio.
Tiempo en que las relaciones comienzan o terminan sin contacto alguno. Analizamos al otro por sus fotos y frases de efecto. No existe el intercambio vivido.
Experimentamos al mismo tiempo un aislamiento protector vivenciando una absoluta exposición.
Tiempos en que se vive en secreta angustia, el cuerpo se inquieta y el alma se sofoca.
Hay vértigo impregnando las relaciones, todo es vacilante, todo puede ser deleteado. El amor y los amigos.
Zygmunt Bauman
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Pues ya lo he dicho, escrito, enunciado. Ya se sabe. Que en estos tiempos líquidos, ahora, más que nunca, me siento, me ofrezco y me vivo sólida. Y deseo lo mismo. Que no quiero un cuerpo inquieto ni un alma sofocada. Ni mensajes-cadena con maldición incluida, o condescendientes, o que den pena. Que hasta mi perro tiene más psicología y tacto que algun@. A tomar por culo los lazos, los corazones y los copia y pega. Que quien quiera encontrarme ya sabe donde estoy. Dicho queda. Que más vale una vez colorá...
El Diario de Amanda Flores (sólo para valientes). Todos los derechos reservados.All rights reserved
Estoy totalmente de acuerdo de nuevo, amiga Amanda! En estos días la gente unas las redes sociales para ocultarse tras ella porque se han convertido en cobardes de su realidad. Ánimo en tu lucha
ResponderEliminarGracias,, amiga! Las redes sociales son una herramienta. Bien usadas tienen su utilidad, pero hoy día se han convertido en una trampa que deshumaniza cada vez más a lo que queda del ser humano. Me alegró mucho tu comentario. Abrazos!!
ResponderEliminarMe encanta, princesa. Qué buena la referencia de Bauman y qué bien lo desmenuzas tú. Tal cual. Una trampa morta!. Me uno a tu solidez en estos tiempos de falsa comunidad y deshumanización... Te envío un cálido,- y sólido! -,abrazo.
ResponderEliminarMuchas gracias, Beatriz. Las redes sociales, al igual que las medicinas, pueden pasar de ser un remedio a un veneno. El secreto está en la dosis y en el uso que hagamos de las herramientas que se nos ofrecen, que, al fin y al cabo, no son otra cosa que herramientas que el ser urbano convierte en armas. Un fuerte y sólido abrazo para ti también. Muchas gracias por tu comentario.
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