Hoy es domingo. El fin de semana ha sido muy productivo. La Abundancia, el amor y el desamor han estado muy presentes.
De un tiempo a esta parte me gusta cerrar el año con la
Abundancia. Me recuerdo que lo que cierra la puerta a la Abundancia es, entre
otras cosas, la RESISTENCIA AL CAMBIO; si ponemos resistencia al cambio no
aprovechamos las oportunidades que se nos presentan. Simple.
Otro estorbo para
atraer la Abundancia es NO ACEPTAR LO QUE ES.
Atraemos lo que vibramos y vibrar la no aceptación conduce a un callejón
sin salida.
También el NO PERDÓN frena la Abundancia: no perdonar nos hace
sentir engañosamente fuertes. El enfado tapa el dolor porque el enfado es más confortable
que el dolor. El NO perdón acarrea estar siempre alerta, a la defensiva, a
actuar desde el miedo. Es absurdo no perdonar; no porque el otro se lo merezca,
sino porque yo merezco la paz que me da ese perdón y porque esa paz me permitirá,
no estar alerta, sino atenta. Y es la atención lo me da poder para establecer
límites.
EL APEGO es otra traba para atraer la Abundancia: nos lleva
a vibrar en la escasez. LA NARRATIVA es fundamental para atraer lo bueno; se
trata de no expresar lo que no queremos, sino lo que queremos. Por último, ser
desagradecido es un freno importante para avanzar: lo que nos conecta con la
Abundancia es el AGRADECIMIENTO.
En resumen: como pienso, siento. Como siento, vibro, y como
vibro, atraigo. Así de simple.
Esta reflexión es la que me hubiera gustado transmitir al
amigo que me preguntó ayer si yo creía en el
amor para siempre. La pregunta en sí no
habría tenido mayor transcendencia si no fuera porque de un tiempo a esta
parte percibo a mi amigo bloqueado, y
también, porque la formuló delante de su pareja, que no decía nada y lo decía
todo. Puede que mi axioma sobre la Abundancia le hubiera ayudado a desbloquearse. También puede que no esté bloqueado y solo sean figuraciones mías. En todos los casos, eludí, discretamente, entrar en un debate sobre algo tan profundo y al
mismo tiempo tan sencillo de responder. Me hubiera gustado decirle que, según
vengo observando últimamente, la convivencia mata el amor. Y también le hubiera
dicho que en los tiempos que corren parece más coherente creer en el desamor que en
el amor. Le habría dicho que para mí el amor ni es para siempre ni es para
nunca, que no le pongo adverbios de tiempo. Que para mí el amor de alguien se
mide por la libertad y el respeto que muestra hacia lo que soy. Que el amor
nace de la admiración que se siente hacia una persona, y que si esa persona no
me deja ser libre y trata de manipularme para conseguir sus fines en la pugna
por el poder que se establece entre los seres humanos, sean o no pareja, la
admiración acaba desapareciendo, y se lleva con ella el amor. Me habría gustado decirle,
en definitiva, que desde hace algún tiempo me doy permiso para muchas cosas y que eso me hace sentir realmente bien. ¡Permítete!, me dieron ganas de chillar... Y
recordé el texto del libro de Joaquín Argente “Me doy permiso para”, que retrata tan bien mi sentir.
ME DOY PERMISO PARA
Me doy permiso para separarme de personas que me traten con
brusquedad, presiones o violencia. No acepto ni la brusquedad ni mucho menos la
violencia aunque vengan de mis padres o de mi marido, o mujer. Ni de mis hijos,
ni de mi jefe, ni de nadie. Las personas bruscas o violentas quedan ya, desde este
mismo momento fuera de mi vida. Soy un ser humano que trata con consideración y
respeto a los demás. Merezco también consideración y respeto.
Me doy permiso para no obligarme a ser “el alma de la fiesta”,
el que pone el entusiasmo en las situaciones, ni ser la persona que pone el
calor humano en el hogar, la que está dispuesta al diálogo para resolver
conflictos cuando los demás ni siquiera lo intentan. No he nacido para
entretener y dar energía a los demás a costa de agotarme yo: no he nacido para estimularles
con tal de que continúen a mi lado. Mi propia existencia, mi ser, ya es
valioso. Si quieren continuar a mi lado deben aprender a valorarme. Mi
presencia ya es suficiente: no he de agotarme haciendo más.
Me doy permiso para no tolerar exigencias desproporcionadas
en el trabajo. No voy a cargar con responsabilidades que corresponden a otros y
que tienen tendencia a desentenderse. Si las exigencias de mis superiores son
desproporcionadas hablaré con ellos clara y serenamente.
Me doy permiso para no hundirme las espaldas con cargas
ajenas. Me doy permiso para dejar que se desvanezcan los miedos que me
infundieron mis padres y las personas que me educaron. El mundo no es solo
hostilidad, engaño o agresión: hay también mucha belleza y alegría inexplorada.
Decido abandonar los miedos conocidos y me arriesgo a explorar las aventuras
por conocer. Más vale lo buena que ya he ido conociendo y lo mejor que aún está
por conocer. Voy a explorar sin angustia.
Me doy permiso para no agotarme intentando ser una persona
excelente. No soy perfecto, nadie es perfecto y la perfección es oprimente.
Me permito rechazar las ideas que me inculcaron en la
infancia intentando que me amoldara a los esquemas ajenos, intentando obligarme
a ser perfecto: un hombre sin fisuras, rígidamente irreprochable. Es decir:
inhumano.
Asumo plenamente mi derecho a defenderme, a rechazar la
hostilidad ajena, a no ser tan correcto como quieren; y asumo mi derecho a
ponerles límites y barreras a algunas personas sin sentirme culpable. No he nacido
para ser la víctima de nadie.
Me doy permiso para no estar esperando alabanzas,
manifestaciones de ternura o la valoración de los otros.
Me permito no sufrir angustia esperando una llamada de
teléfono, una palabra amable o un esto de consideración. Me afirmo como una
persona no adicta a la angustia. Soy yo quien me valoro, me acepto, me aprecio.
No espero a que vengan esas consideraciones desde el exterior. Y no espero
encerrado o recluido ni en casa, ni en un pequeño círculo de personas de las
que depender. Al contrario de lo que me enseñaron en la infancia, la vida es
una experiencia de abundancia. Empiezo por reconocer mis valores, y el resto
vendrá solo. No espero de fuera.
Me doy permiso para no estar al día en muchas cuestiones de
la vida: no necesito tanta información, tanto programa de ordenador, tanta
película de cine, tanto periódico, tanto libro, tantas músicas. Decido no
intentar absorber el exceso de información. Me permito no querer saberlo todo.
Me permito no aparentar que estoy al día en todo o en casi todo.Y me doy permiso para saborear las cosas de la vida que mi
cuerpo y mi mente pueden asimilar con un ritmo tranquilo. Decido profundizar en
todo cuanto ya tengo y soy. Con lo que soy es más que suficiente. Y aún sobra.
Me doy permiso para ser inmune a los elogios o alabanzas
desmesurados: las personas que se exceden en consideración resultan
abrumadoras. Y dan tanto porque quieren recibir mucho más a cambio. Prefiero
las relaciones menos densas. Me permito vivir con levedad, sin cargas ni
demandas excesivas. No entro en su juego.
Si intentan presionarme para lo que haga lo que mi cuerpo y
mi mente no quieren hacer, me afirmo tranquila y firmemente diciendo que no. Es
sencillo y liberador acostumbrarse a decir “no”.
Me doy el permiso más importante de todos: el de ser
auténtico. No me impongo soportar situaciones y convenciones sociales que
agotan, que me disgustan o que no deseo. No me esfuerzo por complacer.
Elijo lo que me da salud y vitalidad. Me hago más fuerte y
más sereno cuando mis decisiones las expreso como forma de decir lo que yo
quiero o no quiero, y no como forma de despreciar las elecciones de otros. No
me justificaré: si estoy alegre, lo estoy; si estoy menos alegre, lo estoy; si
un día señalado en el calendario es obligatorio sentirse feliz, yo estaré como
estaré. Me permito estar tal como me sienta bien conmigo mismo y no como me
ordenen las costumbres y los que me rodean: lo normal y lo anormal en
mis estados emocionales lo establezco yo.
Joaquín Argente
(Joaquín Argente es diafreoterapeuta y su trabajo consiste en
ayudar a las personas a recuperar la elasticidad del diafragma, el gran músculo
de la respiración y la circulación energética que actúa también como puente
entre el consciente y el subconsciente).
No te pidas permiso. Permítete.
El Diario de Amanda Flores (Solo para valientes). Todos los derechos reservados. All rights reserved.
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