Hoy
es 21 de marzo. Hace justo una semana que el presidente del gobierno decretó el
estado de alarma en España. Esta mañana, de vuelta de la farmacia, he reparado que
la papelería de enfrente estaba abierta. También la panadería de la esquina. Hasta
hoy no me había percatado. Algunas mañanas recorro los 300 metros desde casa hasta
la farmacia, el límite invisible que me he autoimpuesto; el tiempo justo
para que mi perrito haga sus cosas y volver a casa rápidamente. Hago malabares para no tocar la puerta de entrada del edificio, ni el ascensor, ni
nada, aunque llevo puestos guantes y mascarilla. Los guantes me los ha regalado una
Amiga. Las mascarillas las tenía desde hace un lustro, donde
las medicinas, de cuando me las daban en el hospital
durante mi proceso de cáncer y neutropenia. Quedaban tres en la caja. Una buena
amiga me compra alguna vez alguna cosilla en el súper mercado. También se han
ofrecido otras personas a comprar algo si lo necesito. Entre todos nos ayudamos
como podemos. De eso se trata.
Esta situación de “confinamiento” no es nueva para mí, excepto porque ahora tengo un compañerito de camino y mi
vida no pende de un hilo (o puede que sí, visto lo visto). En 2013 estuve
“confinada” entre mi casa y el hospital; lo peor duró casi dos años. Desde
entonces me he quedado con lo mejor de lo que había y con lo bueno que va
apareciendo. Ahora soy más feliz, quizás, porque lo primero que aprendí durante
mi anterior aislamiento es que la muerte forma parte de la vida, y también,
porque se me ha dado la oportunidad de tomar consciencia de la mala y de la
buena gente.
Hoy tengo los sentimientos a flor de piel. De regreso de la farmacia con mi perrito
paso por delante de la papelería, saludo a su propietaria y le doy las Gracias
por estar ahí. También paso por la
panadería y, desde fuera, le digo a su propietaria que Gracias por estar ahí. Ella me regala una sonrisa y un “hacemos lo
que podemos”. En ese punto no puedo evitar emocionarme y, al despedirme de
ella, ya llevo las gafas empañadas, la mascarilla empapada de lágrimas que no
puedo secar, y de mocos que no puedo
limpiar porque en una mano enguantada llevo al perro, y en la otra, la compra
de la farmacia, así que cuando le digo Gracias
por tu trabajo a la empleada de
correos que pasa por la acera a un metro de mí empujando su carrito, mi
aspecto debe de ser bastante lamentable, la verdad, y el llanto, incontenible,
me hace resoplar dentro de la mascarilla - como si estuviera hiperventilando - empapada de lágrimas, mocos y de la humedad del vaho de las gafas
que descansan sobre mi hocico tapado con el antifaz quirúrgico. Un poema.
Lo que empezó en China, eso que veíamos tan
lejano como China, ya está aquí, y se está llevando por delante a miles de personas
en todo el mundo. Tengo mis dudas sobre si esta experiencia hará despertar a más de uno ya que la gente
tiene un ansia muy grande de pasar el tiempo haciendo cosas sin parar, como si
no se enteraran de que hacer nada también es hacer algo. A lo mejor este
confinamiento nos lo ha impuesto el Universo para, justamente, PARAR. Parece
que nos está diciendo: A ver, ahora,
todos separados, a distancia, cada uno a su casa. Nada de salir, ni de
reuniones, ni de besos ni de abrazos, nada de relacionarse… Chispa más o menos
lo que la mayoría de la sociedad viene haciendo con una tecnología ab-usada que en vez de unir nos ha separado tanto... Hoy estoy muy triste. Por todo lo que esta situación
conlleva y por la impotencia que está generando en muchas personas. Por muchos motivos: falta de material sanitario, no poder despedir a sus muertos,
gente dependiente sola…
No veas los memes sobre el coronavirus y las risas que
nos echábamos al principio; que si jijí, que si jojó, cuando nadie podía ni
imaginar que nos enfrentábamos a una pandemia como en las películas de ciencia
ficción, solo que ahora es real. Algunos chistes en su justa medida tienen
gracia. Hasta que el gracioso de turno no solo obvia lo que ocurre, sino que se
vuelve cansino por su mal gusto. A una
conocida que vive fuera de España la tuve que frenar el día 13 de marzo
enviándole dos mensajes de audio, con tos incluida, y con fotografías y enlaces de periódicos locales donde le daba toda suerte de detalles de lo que estaba pasando
aquí. Al día siguiente,
el día 14, volvió a enviarme otro WhatsApp innecesario y, con mucha delicadeza, le
contesté con otro mensaje que retrataba la cruda realidad del lugar donde nació
y del que emigró hace años. Me respondió con un enlace de Jesús Candel,
Spiriman, como si hubiera descubierto América, y a partir de ahí decidí ignorarla. En realidad era con su marido con quien intercambiaba impresiones
alguna vez a través de su blog, que es un blog familiar (son una
pareja que carece de entidad propia como individuos). Dejé de leer las crónicas
blogueras del que yo creía amigo, porque además de criticar a pico y pala lo
que estaba pasando en España durante la crisis, llegando a veces al
ensañamiento, colgaban videos que me parecían bastante chorras: el restaurante
donde estaban cenando y brindando (siempre con el mismo registro), el video de la reforma, paso a paso, de su
casa, el día que probaron su nuevo dron, su cocina de diseño, y cosas asín de transcendentales. Respeto la vida de cada sujeto, allá cada uno con lo que cuelga,
por eso no dejaba de tenerle cierta consideración por su trayectoria
profesional en la medicina. Pero estas situaciones sacan lo mejor y lo peor de
las personas. Y ahora que lo pienso también sacan su lado oculto. El mismo que tratan de disimular detrás de una vida- escaparate. En estas situaciones, patinan, y dejan al descubierto lo que
realmente son. No sé, no le veía como a otros médicos. En general, siento una
profunda admiración por ese oficio, pero por aquí me he encontrado a pocos de
ese gremio ataviados con vaqueros rotos desgastados y piercings en las orejas
como gasta él. El disfraz perfecto para un aburguesado rojo de salón, resentido con el país del que emigró y en el que le gustaría vivir con el nivel
de vida que tiene en su actual patria, que exhibe a todo el mundo
como ejemplo de sociedad perfecta. Lástima que no tenga nuestro sol, nuestra
luz, ni nuestra chispa, será por eso que en cuanto tienen una semana de vacaciones se
vienen para acá como cohetes, con sus modelitos y aparejos de paddel, y su agenda compartida repleta de citas deportivas en clubes elitistas acorde con sus gustos de nuevos ricos que aparentan ser gente normal.
El
caso es que el día 21 de marzo, cuando comencé a escribir esta entrada (interrumpida
hasta ahora por mi salud), recibo un tempranero mensaje de Whatsapp.
Lo miro y lo envía el conocido de hace 40 años, el mismo que emigró de España
hace más de diez. Hace mucho que no recibo noticias de él (de su mujer sí, hasta que le puse el freno). No dice nada; ni buenos días, sigues con tos, cómo
lo llevas, o por ahí te pudras. Nada. Solo un video. Lo pongo, y en el video
aparece con subtítulos en español el discurso que el rey de Holanda
ha enviado a sus súbditos, entre los que tienen el orgullo de (querer) encontrarse
ellos. El discurso completo. Justo a los dos o tres días del discurso de
nuestro rey Felipe. Y yo, todavía tratando de encajar el momento coronavirus que vivimos y
respetando las opiniones ajenas, le respondo que buenos días, que qué tal, que
si bueno, nuestro rey no estuvo a la altura, que si en Madrid está el epicentro
de la pandemia, que si, que si… hasta que me percato de que, mejor que yo, que
nadie en España, sabe él lo que ocurre aquí, porque se pasa la vida indagando en lo que aquí acontece para poder meter la puya. A todo los whatsapps que le he enviado tras recibir su video solo responde “Besos”, y yo le
digo que me tengo que marchar a bajar a mi perrito. Entonces, sola en el
parque, sin coches, sin gente, con mascarilla, con guantes, y deseando que el
perro cague las tres veces que suele cagar y que mee todo lo que pueda, que
hasta la noche no vuelve a salir a hacer un pipí exprés, entonces, me da por
preguntarme, que en la situación tan indescriptible que estamos atravesando, qué cojones hace este tipo enviándome
ese video. No le encuentro sentido. Y cuando vuelvo a casa, al estilo que ellos usan, grabo por
primera vez un video que les envío y en donde les digo todo lo que pienso;
que no son mis amigos, que nunca lo han sido ni demostrado, que no merecen mi amistad, que aprovechen estos momentos
para hacer un ejercicio de introspección, a ser posible individualmente (no lo
creo posible), que a lo mejor se llevan una sorpresa con lo que encuentran, que solidaridad desde luego no, y
acabo llorando porque no entiendo como la gente puede ser tan poco solidaria ni
empática, por decirlo suavemente. Ya de noche se me ocurre la palabra RESENTIDO, e incluso llego a pensar en Metemierda. Pero la palabra clave la ha puesto hoy, 28 de Marzo (una semana después de comenzar a escribir esta entrada) Antonio Costa, primer
ministro de Portugal: RE-PUG-NAN-TE, así, silabeando la palabra, respondió al
primer ministro neerlandés por el comportamiento que ha tenido para con España,
haciendo leña del árbol caído, como si ellos fueran inmunes al coronavirus. En
vez de tacharnos de derrochones o manirrotos debería de tomar nota del
comportamiento que tiene España con sus mayores y aprender un poquito de eso y
de otras muchas cosas.
Qué
bien habéis aprendido de vuestra nueva patria aquello de “Donde fueres haz lo que vieres”. Me quedé corta en el video cuando
os llamé insolidarios. Menos mal que después de la repelente parrafada que me
escribiste (tipo plantilla de los
simposios de cinco estrellas a los que te invitan), en la que utilizando mi confianza como arma arrojadiza me invitaste a
que me fuera a mi psicólogo para que me diera un diagnóstico (¿?), me
dio tiempo, antes de bloquearte, a enviarte un Vete a cagar, que no llega al RE-PUG-NAN-TE de Antonio Costa pero
que me dejó como Dios. Vete a cagar. Que aquí andamos muy re-sentidos, pero de
sentir lo que está ocurriendo y de ver cómo se dejan la vida en ello los sanitarios, no de mala ostia ni resentimiento como el tuyo.
Holanda no ingresará en hospitales ni a ancianos ni a débiles con coronavirus, eso dicen los diarios digitales, así que el cómputo de infectados, fallecidos, y altas será bastante diferente al de España, que sí atiende a personas mayores o vulnerables. Eso no nos hace peores ni mejores, pero tampoco la diana de ensañamientos. Ahora con quien hay que luchar es con el virus, luego, ya veremos. Esto es una carrera de fondo y por aquí estamos muy curtidos en infortunios. A lo mejor cuando todo acabe más de uno se lleva una sorpresa.
Que Dios reparta suerte, sobre todo, a la gente mayor y débil de vuestra nueva patria. La van a necesitar.
(A todas las enfermeras/os, auxiliares de clínica, personal de cocina, médicos, limpiadoras, celadores, carteros, cajeros y personal de supermercados, camioneros, agricultores, cuerpos de seguridad del estado, y a todas las personas que, en estos difíciles momentos, están trabajando dándolo todo por los demás. GRACIAS.
Holanda no ingresará en hospitales ni a ancianos ni a débiles con coronavirus, eso dicen los diarios digitales, así que el cómputo de infectados, fallecidos, y altas será bastante diferente al de España, que sí atiende a personas mayores o vulnerables. Eso no nos hace peores ni mejores, pero tampoco la diana de ensañamientos. Ahora con quien hay que luchar es con el virus, luego, ya veremos. Esto es una carrera de fondo y por aquí estamos muy curtidos en infortunios. A lo mejor cuando todo acabe más de uno se lleva una sorpresa.
Que Dios reparta suerte, sobre todo, a la gente mayor y débil de vuestra nueva patria. La van a necesitar.
(A todas las enfermeras/os, auxiliares de clínica, personal de cocina, médicos, limpiadoras, celadores, carteros, cajeros y personal de supermercados, camioneros, agricultores, cuerpos de seguridad del estado, y a todas las personas que, en estos difíciles momentos, están trabajando dándolo todo por los demás. GRACIAS.
Buen artículo.
ResponderEliminarGracias. Cuídese mucho... Saludos.
ResponderEliminarIncreíble, increíble que
ResponderEliminaradivines y escribas palabra por palabra, con buena letra y madurez, lo que yo pienso y soy incapaz de expresar. Tienes mucha razón, esta desgracia mundial está sirviendo, aparte de parar el universo (que corría demasiado), para poner a cada persona en su sitio, para desenmascarar a muchas personas que nos tenian hasta ahora engañados. Que esto no sólo sirva para limpiar un poco el planeta de polución, sino que también limpiemos todos un poco nuestro entorno de gente tóxica y nuestro espíritu de maldades. Quizás es un toque de atención del universo para que cambiemos un poco esta locura llamada humanidad, que muchas veces es tan poco humana. Ahora es tiempo de unirnos y darnos todos ánimos, ya habrá tiempo de rendir cuentas a TODOS por su comportamiento, ahora toca salvar al planeta, ahora toca salvar vidas. Cuidate mucho cariño
Muchas Gracias, Mechu. Me alegra que te lleguen mis palabras, que lo plasmes por aquí y que no tengas problema en identificarte. Efectivamente, ahora es tiempo de unirnos y darnos todos ánimos para salvar vidas. Cuídate tú también, gracias por el tiempo que has dedicado a construir con tu comentario. Todavía hay a quien se le ha mandado a cagar y sigue dando la vara tratando de invadir como anónimo mi espacio, mi blog.
EliminarUn beso muy grande, que la Fuerza te acompañe ;)
Me encantas todo lo que escribes, como llegas al corazón con cada una de tus palabras y tu sabiduría toda una verdad en Mayuscula gracias por todo lo que escribes y nosotros poder disfrutarlo a mi sinceramente me pones los vellos de puntas una brazo fuerte.
ResponderEliminarHola, Inma. Gracias a ti por recibir lo que escribo en toda su plenitud. Gracias por tu comentario y muchas gracias, sobre todo, al coraje que le echas a la vida. El día que dejes de tener miedo volarás muy alto. Un abrazo muy fuerte, en este tiempo de abrazos prohibidos. Hasta pronto...
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