Querido diario:
Hoy voy a continuar con el
experimento que inicié con “El show de Amanda” (Para ubicarte, pincha debajo del enlace) https://amanda-flores.blogspot.com/2018/10/el-show-de-amanda.html
Esta mañana me
levanté decidida a dar una paseo largo para desoxidarme y evitar más contracturas.
Mi perro ha estado de acuerdo y juntos hemos emprendido una caminata hacia el centro
de la ciudad. Me he puesto ropa de ninja. La fuerza de mi perro es inversamente
proporcional a su tamaño. Es como una especie de mulo en miniatura. El atuendo que
gasto para pasearlo es el de modo perro
para estar preparada para tirones, evitar torceduras de tobillo, o pegarme un
jardazo como el que me he dado un par de veces. Una de ellas me tuvo que
levantar un chino que llamé a voces porque iba absorto con unos cascos pegados al móvil, y la otra me tuvieron que levantar entre
tres personas. Así que cuando saco a King Kong tengo que ir prevenida que una
no está para esos trances. Como mi espalda no aguanta mucho peso comparto la carga de los aperos perrunos mediante una mochilita
ligera y una riñonera donde he puesto el bote de agua con vinagre que hay
que llevar ahora por si la criatura orina en la pared de algún edificio. Mi cariñito es especialmente sensible a los ruidos y hoy hemos sorteado tíos
cortando el césped, motos a escape libre y los petardazos que pegan los
autobuses urbanos así que los jalones que me ha dado me han dejado exhausta. He llegado
a casa riñéndole (pobrecito), cagándome en todo y con muy mal humor y él se ha quedado a
varios metros de mí en lugar de a mi lado, como acostumbra, porque sabe cuándo
estoy cabreada. En contra de todo pronóstico me he ido recuperando. Creo que
el huevo duro que me estoy tomando en el desayuno, como recomienda Ana María
Lajusticia, y el zumo de sandía con el golpe de mejunjes que le pongo han
tenido algo que ver. Después de un desayuno-aperitivo he organizado la nevera y
puesto varias lavadoras. Ropa blanca, vestidos y, cómo no, una lavadora de
bragas y pinkies. He dejado dos vestidos de algodón tipo saco que tenía para
salir para estar por casa. Son un gustazo. Como no tengo hambre por el brunch que
he tomado al regresar a casa he decidido echarme a descansar y me he puesto un
vestido-saco celeste. Escribo esto tumbada en la cama con el portátil
y una mesita de esas que hacen cómodo el
escribir en esa postura aunque me he tenido que levantar varias veces porque
el tiempo está como una cabra y al rato de comenzar a escribir he comenzado a
sentir frío en los brazos, así que he quitado el tenderete y he ido en busca de una rebeca
burdeos de macremé que lo mismo sirve para un roto que para un descosido y he
continuado tecleando. Al ratito he empezado a sentir frío en las
piernas así que me he levantado otra vez y me he colocado unos pantalones de pijama
azules con un estampado de ramajos que tenía colgados en el perchero del baño. He vuelto a la cama para continuar contando mis andanzas pero los pies se me han quedado helados y no he tenido más remedio que volver a levantarme y ponerme unos calcetines tricolor que tengo para esos menesteres. Cuando he
vuelto a retomar la escritura he echado un vistazo a mi atuendo y he pensado que más de uno pagaría por sacarme una foto. He estado a punto de hacerme una como guinda de esta segunda parte del show de Amanda pero sigo teniendo frío y he decidido dejar de escribir para descansar en
condiciones y echarme una mantita ligera para entrar en calor. Después de
todos los hatos que me he colocado sigo teniendo frío. Esto no es ni medio
normal en esta época del año pero es lo que hay. Voy a cortar ya el rollo. No
tengo ganas, ni qué ver en la tele, así que me quedaré frita leyendo el libro
que tengo entre manos. A la tercera página estoy roque. No falla. Para dormir
con algo de lectura, nada como un ejemplar con las letras pequeñas como puntos
de braille. Cuando llevas cuatro páginas
mandas a tomar por culo al libro y a la editorial que lo sacó al mercado y se
te quita el sentimiento de culpa por llevar un mes con el mismo libro. Tengo
las manos heladas. Me voy al sofá vestida de rumana a taparme con la mantita. Por el momento,
es todo.
Continuará.
Cómo poner una lavadora puede acabar siendo poético?? Como será el día que redescubras el amor... El acabo se!!!
ResponderEliminarTodo tiene su puntito de poesía, su belleza, su nosequé. Incluso poner lavadora. Si la pones es porque estás en condiciones de hacerlo en ese momento. Hay cosas que no tienen precio...
ResponderEliminarEl amor lo redescubro cada día. En los lugares más insospechados, comenzando por mí misma, querido "Unknown". Si lo que te refieres es al amor de una pareja, yo creo que ese día no será el acabóse sino que, por el contrario, comenzará todo de nuevo.
Muchas gracias por tu comentario, tan breve y, sin embargo, que dice tanto. Un abrazo.
Amanda Flores