Hoy es
domingo. Todavía tengo resaca del viernes. Y no por las dos cervezas y el
gintonic que me endiñé acompañando la cena y posterior charla guión debate con
una amiga sobre el evento que tuvo lugar y sobre la existencia humana en general, sino porque
ese mismo viernes a las 19.30 h se presentó en sociedad El diario
de Amanda Flores (solo para valientes): mi libro.
Qué bien suena decir/escribir Mi libro tras más de una década
diciéndome a mí misma, a mis amigos, al barrendero, a mi médica de cabecera, al
psicólogo que he jubilado, a los enemigos disfrazados de amigos, al magnesio de
Ana María Lajusticia que tomo cada día, a mis compañeros de clase, a mi perro,
a los pájaros, a las nubes, a los charcos, caminando por las montañas, por los
valles, por los montes, por los prados, por mi playa, susurrándolo a las olas del mar, a la arena fina sobre la que tantas veces he caminado, a mi
Fibromialgia, a mi Síndrome de Fatiga Crónica y a todo mi historial médico; después de casi década y media de
tomarme más de uno y una por un disco rayado, por una individua que está más loca que una cabra
metida en un garaje porque decía que estaba escribiendo un libro, por fin he conseguido
acabarlo.
Lo edité y
publiqué hace diez meses. Y digo bien edité
porque lo he auto editado. Esto significa que la que ha puesto los jurdeles para
que vea la luz ha sido servidora con la ayuda de Wallapop, donde he vendido
montones de cosas que tenían como misión en el mundo ayudar a que mi libro se
publicara. También me he ocupado del
diseño, minimalista para mostrarlo como lo que es para mí la vida: un folio o
un lienzo en blanco sobre el que cada uno decide qué escribir o pintar. Yo
busqué la imprenta, al amigo que plasmó, altruistamente, la
mariposa que le pedí para la portada, lo difundo como puedo; además de Amanda
Flores se me conoce como Juana Palomo porque yo me lo guiso y yo me lo como.
Creo que con ese aforismo se comprende un poco mejor lo que quiero decir.
Mi libro
(qué bien suena…) me está reportando grandes alegrías. También me está ayudando
a conocer mejor a quienes creía que conocía, y sumando lectores, personas
anónimas y no tanto, hasta ahora desconocidas, que me están brindando su ayuda
difundiendo a través de sus conocidos mi obra. Y no lo hacen porque creen que
soy muy guay sino porque mi libro les ha gustado, atrapado, tocado la fibra. Con El
diario de Amanda Flores (solo para valientes) han llorado, reído, pensado, y
sobre todo, sentido, que no es poco. Y así me lo han transmitido en público o a
través de mensajes privados que me han llegado al alma. En algunos casos me dan
las gracias porque les he ayudado, así que como decía alguien de cuyo nombre no
logro acordarme en sus mensajes navideños, es para mí un orgullo y satisfacción
haber publicado esta obra y conseguido uno de mis propósitos: ayudarme
ayudando.
Al principio
iba a contener más de 300 páginas, pero cuando el de la imprenta me informó de
que cada página aumentaba el coste de la edición, cribé y cribé, y al final el borrador quedó condensado en poco más de doscientas páginas que cuentan justo
lo que quería contar. A veces menos es más y me ha quedado un libro redondo,
muy denso y misceláneo, de ahí que muchas personas no sepan describirlo
cuando le preguntan de qué va.
En realidad,
el eje de mi libro (Uuhmm…) no es otro que desnormalizar una palabra tan
peligrosa como Normalidad porque
ello da lugar a situaciones que se están viviendo ahora y se han vivido, y se vivirán siempre
por los siglos de los siglos. Amén.
Dentro de
esa trama cabe de todo. Desde decir NO a estereotipos de todas clases, hasta
sufrir un rosario de enfermedades, siendo la peor de todas ellas la
incomprensión social.
Con estos
mimbres, con mucho dolor físico y del otro, con mucho humor y con muchísimo Amor se ha tejido un libro que es, que contiene, entre otras cosas, un testimonio novelado solo para valientes; que no se ha
presentado en sociedad hasta hace dos días por la incertidumbre del coronavirus y también por mi decepción con el lugar donde siempre había soñado
presentarlo por primera vez. Las cosas pasan por algo y el Universo tenía otros
planes para mí. Me tenía reservada una presentación con ingredientes como el cariño, la sorpresa, lo pintoresco, y sobre todo, el
Amor. Que sí, que ya sé que eso no da dinero; pero alimenta, ya lo creo que alimenta, el cuerpo, la mente, y sobre todo, el espíritu; porque no hay mayor pobreza que la de espíritu. Sí, sí que
alimenta... No podía tener mejor comienzo que ese.
La tarde-noche
del viernes, con mucho frío, lloviendo a chuzos, y en el salón de
actos del Ayuntamiento de un pueblo a 20 kilómetros de la ciudad donde vivo y al que se llega por una carretera secundaria
más oscura que el sobaco de Kunta Kinte, no auguraban un desbordamiento del local por la asistencia del público.
Lo primero
que me encontré al llegar al sitio media hora antes del evento, acompañada de
una buena amiga que hizo las funciones de ayudante personal y copiloto, fue a un angelito, a Beli, que ha propiciado el acto, y a la Delegada
de Cultura con su ayudante decorando con todo el cariño del mundo el escenario.
Mariposas y flores, todo muy naif para recordarle a Amanda Flores que una vez fue una niña.
La verdad es
que llegué hecha un manojo de nervios a pesar del baño que tomé antes de salir de casa, con dos kilos de sal y agua a una temperatura como para pelar cochinos, y no atinaba bien a cómo actuar, así que primero saludé a Paky, la Delegada de Cultura del
Ayuntamiento de La Barca de la Florida y a su ayudante Noelia, y luego, mi amiga y yo nos
dedicamos a colocar los libros en la mesa que habían engalanado para la ocasión.
Al poco de
estar allí escuché una voz detrás de mí y cuando me giré vi a mi hasta ahora amigo
invisible, porque nunca nos habíamos visto en persona. Cuando fue a darme dos besos le agarré
con fuerza y me fundí con él en un abrazo que deseaba darle desde hace mucho.
– Qué alta
eres, me soltó con una sonrisa tímida y alegre.
Mas tarde,
los nervios no me impidieron ver entre el público a un angelito llamado Paqui,
a una escritora que no volverá a cumplir los 70 (fijo) que no sabe leer ni
escribir, que va ya por el cuarto libro escrito de cabeza. Y había venido a verme a mí… Menudo lujazo. También
había otra escritora que se tuvo que marchar antes de acabar el acto, la dueña de la
librería-papelería del pueblo, y unas pocas personas de
las que no recuerdo su nombre y, bueno, antes de comenzar la presentación, el Alcalde
del pueblo y la Delegada de Bienestar Social se pasaron por allí para
presentarme sus respetos.
En ese punto
y con la vena cómica a la que recurre mi subconsciente para salvarme en
determinadas situaciones del nerviosismo, ya me estaba sintiendo un poco Daniel Mantovani, ese
personaje de película al que da vida magistralmente Oscar Martínez, pero a la
inversa, porque la endogamia, la exaltación de lo propio y la mirada por encima
del hombro si te sales de lo políticamente correcto, son aceptables en la ciudad
que me vio nacer, donde me he criado y donde vivo, y que para mí suponen la
negación de una sociedad a cualquier idea de progreso. Será por eso
que el Universo se las ingenió para que la primera presentación de mi libro despegara en un pueblecito que me acogió el pasado viernes y que me trató
como la Ciudadana Ilustre que merece ser tratada alguien que ha sufrido una
normalidad tremendamente peligrosa,
en muchos casos letal, y que sigue viva para contarlo, a pesar de todos los obstáculos que ha tenido y tiene que sortear por el camino.
Desde aquí quiero trasladar mi más sincero agradecimiento a los valientes que me arroparon durante la
primera presentación de mi libro, a pesar de las condiciones metereológicas, bastante
adversas, que entrañaban cierto peligro por la lluvia, la oscuridad y las curvas de la carretera que conduce al pueblo que le abrió los brazos a Amanda
Flores y a su libro.
Y ya de
paso, como también es cultura, recomiendo encarecidamente la película El ciudadano ilustre una comedia
inteligente, brillante y feroz que hace realidad la máxima de que “nadie es
profeta en su tierra”.
Creo que eso es todo lo que tengo que decir por el momento, y bueno, que adjunto
documentos gráficos y tiernos del evento que cristalizó el sueño que he tenido
desde niña de publicar este libro. Como dicen mi queridos Paqui , esto no ha hecho nada más que empezar… (emoticono de corazón palpitando)
La ciudadana ilustre
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Con Salvador |
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Los Ángeles de Amanda |
Escribiendo la segunda parte...
Amanda también fue niña...
Si quieres
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/https://www.amandaflores.es/
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No te lo pierdas.
Hasta pronto, querido lector